sábado, 20 de octubre de 2007

Maravillas del Universo


Autor: P. Ángel Peña O.A.R Fuente http://es.catholic.net

¿De dónde viene este universo tan grande y maravilloso en que estamos sumergidos? ¿Existió desde siempre? ¿Ha sido creado por un ser Superior?

Prácticamente, todos los astrónomos actuales aceptan hoy la teoría de que el universo apareció en un instante de creación mediante la violenta explosión de una bola de fuego hace unos 15 (tal vez 20) mil millones de años


Esta violenta explosión inicial o big bang, como suele llamarse, puede comprobarse, porque el universo está en continua expansión. Dice el gran astrónomo Gamow: Midiendo la velocidad de expansión de las galaxias, no es difícil calcular la fecha de su comienzo, en que todo el material del universo, que se encuentra ahora suelto y desparramado a través del espacio, estaba unido y muy apretado. La fecha de este estado superdenso original del universo resulta ser de hace dos o tres miliardos de años2.

En 1965, los astrónomos Penzias y Wilson, según el New York Times, escucharon el grito del universo al nacer, cuando utilizaban un radiotelescopio para captar ondas de radio. Comprobaron una radiación de fondo cósmico, que llena el espacio con un eco de ondas de radio en la longitud de onda de 7,35 cm. Era, según ellos, como el llanto del recién nacido universo, que llegaba ahora a nosotros después de quince mil o veinte mil millones de años de su nacimiento. Por eso, decía el astrónomo jesuita de la NASA, padre Manuel Carreira: Hemos encontrado las cenizas y el resplandor de aquel fuego inicial y podemos estar seguros de su existencia, aunque la edad es todavía discutible. Pero lo cierto es que, como dice el gran astrónomo Yakov Zeldovich: La primera explosión es parte tan firme de la Física moderna como puede serlo la mecánica de Newton.

Hablando de aquella primera fase de la explosión original, hay que decir que el 90% de los átomos eran de hidrógeno y casi un 10% de helio, y una fracción ínfima era de deuterio (H pesado) y de helio (He-3).

Ya sabemos que el proceso que da lugar a las estrellas es la conversión del hidrógeno primitivo en helio, lo cual produce una inmensa cantidad de luz y energía. Las estrellas son como permanentes bombas atómicas de hidrógeno con combustible para millones de años. ¿Cuántos millones de estrellas hay en el universo? Nadie lo puede saber con seguridad. Algunos científicos hablan de 100.000 millones de galaxias, otros de 200.000 millones de galaxias, cada una con unas 100.000 millones de estrellas. Por tanto, se calcula que el número de estrellas del universo es de 200.000 trillones. Un número de 24 cifras.

Las estrellas no son todas iguales. Hay unas recién nacidas, otras son tan antiguas como el universo. Las estrellas rojas son las más frías, con un calor promedio de 3.700 grados, dando luz roja. Las estrellas amarillas, como nuestro Sol, son de tipo medio con unos 5.500 grados centígrados. Las estrellas azules son más calientes, con unos 7.000 grados y emiten luz azul. Pero hay algunas estrellas súper calientes de hasta 50.000 grados, que emiten luz ultra-violeta.

Unas estrellas son enanas, como del tamaño de la tierra. Otras son gigantes. La estrella Betelguese es 27 millones de veces más grande que el Sol. Antares es 113 millones de veces más grande que el Sol. Y lo más impresionante es que cada una de estas gigantes estrellas se mueve a velocidades de vértigo con una precisión perfecta. Nada está quieto en el firmamento, todo se mueve con varias clases de movimientos y con precisión absoluta. Muchas galaxias (conjunto de estrellas) se mueven a la velocidad de 4 millones de kilómetros por hora. La Constelación de Géminis a 9 millones de kilómetros por hora. Si se desviaran una milésima de kilómetro de su órbita, sería una catástrofe cósmica. Pero en el Cosmos hay un orden y una armonía perfectos. Todo está guiado por un plan perfecto.

Nuestra galaxia se llama Vía Láctea o Camino de Santiago. Desde 1974, se habla de que nuestra galaxia tiene unos 200.000 millones de estrellas. Cada 10 años, en nuestra galaxia, una estrella acrecienta de repente su brillo durante un tiempo y se convierte en lo que se conoce como estrella nova (nueva). Según algunos astrónomos, aparecen unas 25 novas cada año en una galaxia normal. Cuando son muy grandes, a estas novas se les llama supernovas. Las novas duran desde un par de días hasta varios meses; después se apagan o vuelven a su tamaño normal. Las supernovas son más raras y se dan una, o acaso dos o tres, por siglo en cada galaxia. Una supernova puede eclipsar con su fulgor durante días o semanas al de miles de millones de estrellas que componen la propia galaxia, pues pueden brillar unas 200 millones o 250 millones de veces más que su brillo normal.

Por otra parte, de la explosión de las superno-vas provienen algunas pulsares, que son estrellas de neutrones en rotación, que dan 650 vueltas por segundo y su densidad es de mil millones de toneladas por centímetro cúbico. Estas estrellas emiten haces de radiación con pulsaciones de periodicidad perfecta. Por eso, se les llama pulsares. De ellas hay dos que emiten pulsaciones detectables desde la Tierra, la Pulsar del Cangrejo y la Pulsar de la Vela, que emiten también rayos X y rayos gamma. Las pulsares emiten las pulsaciones con tanta precisión que pueden predecirse los tiempos de llegada de estas pulsaciones con un año de antelación y una precisión mayor a un milisegundo.

Se supone que nace una estrella pulsar cada cuatro años y dura 4 millones de años. El total de ellas puede llegar a un millón. También hay radioestrellas o cuásares que son intensos emisores de ondas hertzianas de rayos X, y de rayos infrarrojos y ultravioletas. Son los objetos más distantes del universo. Sus dimensiones pueden ser como las del sistema solar, pero su radiación total sería como el de 100.000 estrellas juntas. Son los objetos más luminosos del Cosmos. La mayor radioestrella conocida es DA-240 con un diámetro de seis millones de años luz. La radioestrella (quásar) más lejana de nosotros es la PKS 2.000-330, que está a 15 mil millones de años luz y que es una de las más antiguas del universo.

En nuestra galaxia, la estrella normal más cercana al Sol, el alfa del Centauro, dista cuatro años luz. La Osa mayor está a 20 años luz. La estrella polar, que guía a los navegantes hacia el norte, está a 250 años luz. Sagitario a 50.000 años luz. Y la galaxia más próxima a la nuestra, la Andrómeda, está a dos millones de años luz de distancia y es cuatro veces más densa que la nuestra.

Actualmente, la Astronomía tiene muchas ramas, pues hay estudios especiales, no sólo sobre las ondas de radio emitidas por los cuásares, sino también sobre los rayos X, gamma, infrarrojos o ultravioletas, que proceden del Cosmos. Una de las ramas especiales de la Astronomía es la que estudia los neutrinos, que son partículas del átomo de carga neutra y de masa casi nula.

Pero no debemos confundir Astronomía con astrología. La Astronomía es una ciencia y la astrología no, pues se basa en los horóscopos. Hace un tiempo, 258 científicos del mundo entero firmaron un manifiesto para desengañar al pueblo crédulo, que se fía de la astrología. Dicen lo siguiente:

Es simplemente un error imaginar que las fuerzas ejercidas por las estrellas y los planetas en el momento de nuestro nacimiento, pueden, de alguna forma, determinar nuestro futuro. Tampoco es verdad que la posición de los objetos celestes haga que ciertos días o períodos de tiempo sean más favorables para emprender algún tipo de actividad o que el signo, bajo el que uno ha nacido, determine la compatibilidad de su relación con otras personas. Creemos que ha llegado el momento de rechazar vigorosamente las afirmaciones pretenciosas de los astrólogos charlatanes. Quienes continúan teniendo fe en la astrología, lo hacen, a pesar de que no hay ninguna base científica para sus creencias y sí una fuerte evidencia de lo contrario3.

En cuanto al sistema solar, diremos que está a 20.000 años luz del centro de nuestra galaxia. El Sol es una estrella pequeña del universo, y, al igual que las demás estrellas, está compuesto fundamental-mente de hidrógeno, que se convierte continuamente en helio, dando lugar en este proceso a una gran cantidad de luz y de energía.

El Sol tiene nueve planetas: Tierra, Venus, Marte, Mercurio, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón; aunque para muchos científicos, Plutón no reúne las características de un planeta.

Estos planetas tienen satélites, como la Tierra tiene a la Luna; hay unos 1.000 asteroides entre Marte y Júpiter, miles de cometas y millones de meteoritos. Y todo se mueve en órbitas elípticas alrededor del Sol, y el Sol en órbita gigantesca se mueve a la velocidad de 72.000 Km. por hora, tardando 150 millones de años en dar una vuelta elíptica completa alrededor de la Constelación de Sagitario dentro de nuestra galaxia. Esto sin contar que cada galaxia se mueve también en órbita elíptica alrededor de un sistema de galaxias, y todo alrededor de un centro general del universo... En el universo nada está quieto, todo está en continuo movimiento.
La Tierra se mueve a una velocidad de dos millones y medio de kilómetros cada día, alrededor de sí misma y alrededor del Sol. La Tierra gira alrededor de sí misma a 25 Km. por minuto, y da una vuelta completa cada 24 horas, dando lugar así a los días y las noches. Se mueve alrededor del Sol a 29.5 Km. por segundo, 106.000 Km. por hora, dándole una vuelta cada 365 días, originando así las estaciones. Además, se mueve junto con el Sol en movimiento espiral alrededor del núcleo de la galaxia. Y, en unión de la galaxia, alrededor de otro centro de galaxias...

El Sol dista de la Tierra 150 millones de kilómetros, pero su luz, a la velocidad de 300.000 Km. por segundo, nos llega en siete minutos. En nuestro sistema solar se conocen un millar de cometas, aunque sus órbitas llegan a nuestro sistema solar para no volver en miles de años. El cometa Donati apareció en 1858 y no volverá a aparecer hasta dentro de 2.000 años. Algunos cometas tardan 300.000 años en dar una vuelta completa a su órbita. Tienen órbitas exactas y los astrónomos pueden calcular cuándo reaparecerán. Con el paso de los años, estos cometas se desintegran y dan lugar a aerolitos. El cometa Biela se desintegró la última vez que pasó por la tierra y apareció en el cielo una nube de millones de aerolitos o estrellas fugaces durante muchas horas. Muchos de ellos cayeron sobre la tierra en forma de bólidos. Cuando caen a la tierra, se llaman meteoritos. Uno de los más conocidos está en el museo arqueológico de New York. Los asteroides son cuerpos rocosos, que miden cientos de kilómetros de diámetro, y son unos 1.000 entre Marte y Júpiter. Cuando se rompen, pueden caer en la Tierra en forma de meteoritos.

Con respecto a la Tierra, digamos que tiene 12.000 Km. de diámetro y pesa unos 6.000 trillones de toneladas. Júpiter es 318 veces más grande, y el Sol un millón y medio más. La Tierra recibe millones de toneladas de materia, que nos vienen continuamente del espacio exterior en forma de polvo cósmico o restos de meteoritos. En un año, esta materia cósmica podría cubrir toda la Tierra con 3 cm. de espesor.

Por otra parte, la Tierra recibe luz y calor del Sol, pero el Sol emite unas radiaciones ultravioletas, que deberían derretir las plantas, animales y hasta las rocas, haciendo imposible la vida en la Tierra; pero esto es evitado por la capa de ozono.

El ozono es una variedad de oxígeno O3, cuyas moléculas constan de tres átomos de oxígeno en vez de dos. Es como oxígeno pesado, con un átomo más de lo normal. La capa de ozono protege a la Tierra de los peligrosos rayos ultravioletas y está entre 15 y 40 kilómetros de altura. La capa de ozono es muy pequeña, representa una milésima de la totalidad del aire, pero es lo suficiente como para que podamos vivir. En la actualidad, esta capa está desapareciendo en algunos lugares, especialmente en los polos, debido a los gases contaminantes de las grandes industrias de los países desarrollados; esto hace que la temperatura de la superficie de la Tierra y el mar esté subiendo, produciendo cambios climáticos que pueden ser desastrosos en un futuro próximo, pues se están derritiendo inmensas cantidades de hielo de los polos y de los nevados de algunos países.

La Tierra se originó hace 5.000 millones de años. Los primeros restos atribuidos a seres vivientes unicelulares se encuentran en rocas de Australia de 3.500 millones de años de antigüedad. Quizás la vida comenzó, se piensa, en el fondo del mar. Hace tres mil millones de años aparecen las especies más antiguas de seres vivos. Después vinieron las algas marinas y los pequeños animales y plantas más primitivos. Hace 600 millones de años aparecen los primeros fósiles marinos vivientes sin esqueleto... Un paso crucial fue la aparición de los vertebrados, cuyo esqueleto interno sirve de apoyo a los órganos de locomoción y fueron surgiendo los peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos. Hubo un proceso evolutivo de millones de años hasta llegar a los antropoides como el oreopiteco, australopiteco, sinántropo, pitecántropo...

Un factor de importancia crucial en la trayectoria de la vida en la Tierra es el proceso catastrófico de extinción que, en diversas ocasiones, eliminó en muy poco tiempo hasta el 90% de las especies vivientes de la Tierra, en un momento dado. Se encuentran indicaciones de cinco grandes episodios de extinción en los últimos quinientos millones de años, aproximadamente, y, en cada caso, la evolución cambió drásticamente de rumbo; el caso más conocido es el de la desaparición de los grandes reptiles, hace sesenta y cinco millones de años. De no haber ocurrido, es muy dudoso que los mamíferos constituyesen hoy la forma de vida más desarrollada.

Las extinciones parecen haber ocurrido, al menos en algunos casos, por el impacto de cuerpos celestes de varios kilómetros de diámetro: asteroides como los que todavía se encuentran a millares en el espacio entre Marte y Júpiter, con trayectorias que llevan a algunos de ellos a cruzar la órbita de la Tierra. Muy probablemente la desaparición de los dinosaurios siguió a la caída de un cuerpo de diez kilómetros de diámetro sobre la península de Yucatán, donde las prospecciones petrolíferas han encontrado un cráter de doscientos kilómetros de diámetro, parcialmente situado bajo el mar Caribe. Se puede calcular el efecto de tal proyectil, penetrando la atmósfera a unos treinta kilómetros por segundo: causaría una onda de choque con temperaturas de miles de grados que produciría incendios a escala continental. El impacto con la corteza terrestre volatilizando miles de millones de toneladas de roca, volvería opaca la atmósfera durante años con la consiguiente muerte de la mayor parte de las plantas y animales. Tal vez los efectos concomitantes de terremotos, tsunamis y volcanismo, extendieron aún más el período destructivo, de tal modo que la vida tuvo que rehacerse a partir de formas básicamente sencillas y más resistentes... La trayectoria de la evolución es, por tanto, única. No es posible predecir que algo semejante se hubiese dado en cualquier posible repetición de la historia del planeta.

El mismo padre Manuel Carreira, en su libro Metafísica de la materia, dice: La opinión científica considera cada vez más difícil el que se haya dado en otros lugares el conjunto de condiciones que se dieron en nuestro planeta y que influyeron decisivamente en su habitabilidad y en el desarrollo de la vida hasta el hombre. Entonces, ¿existen los extraterrestres? No lo sabemos, pero no tenemos datos ni siquiera para calcular una probabilidad con visos de valor científico.

Digamos solamente que la Tierra es un planeta privilegiado y que la vida ha sido dirigida hasta el final por un ser Superior.

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