En los últimos tiempos, el mundo occidental se ha dejado llevar por el afán obsesivo de dominar la naturaleza y de tener más cosas, con la particularidad de que, una vez conseguidas, se sigue trabajando a ritmo creciente para cambiarlas por otras más novedosas. Pero, a pesar de contar con recursos jamás soñados, el hombre occidental parece sentirse más desgraciado que nunca.
Hastiados del activismo y de la técnica, grupos e individuos occidentales sienten una creciente fascinación por la psicotécnica oriental. De ahí la divulgación del yoga, del Zen y de la meditación trascendental en sus diferentes manifestaciones. No pocos se preguntan en qué medidas son compatibles con el cristianismo esos sistemas. Pero, antes de valorar estas corrientes de procedencia o impronta hindú y budista, se impone describir las etapas de su infiltración en Occidente y su trasfondo doctrinal.
Los libros religiosos del hinduismo y del budismo, traducidos al inglés, son puestos al alcance del hombre occidental por un equipo de especialistas, que -bajo la dirección de Max Muller- publicó en 50 volúmenes los libros sagrados de Oriente.
A partir de esos años se multiplican los estudios parciales, especialmente del budismo zen y los del yoga. La atracción que ejercen actualmente el yoga y el zen ofrece todos los síntomas de una moda y, por lo mismo, de algo pasajero. Pero resulta innegable el impacto que está produciendo.
El terreno estaba preparado. La siembra de ideas ya se había realizado sobre todo entre los Intelectuales. Los gurúes, los roshi, etc. itinerantes, se han encargado de que los recursos psicotécnicos de Oriente y, con frecuencia, sus ideas hindú-budistas enraícen y germinen en grupos más o menos amplios por los países europeos y americanos.
Así, tenemos tres expresiones orientales principales:
Hinduismo, Budismo, Taoismo / Zen
De los cuales hablaremos más adelante en otras entradas de este blog
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