jueves, 4 de octubre de 2007

Tener misericordia (Mateo 18,3-15)

Autor: Fray Nelson Medina http://www.fraynelson.com

Los discípulos hablando de la gente importante, y Jesús hablando de la gente menuda; ellos hablan de grandezas y Cristo habla de los pequeños; ellos quieren ser importantes y Jesús toma como ejemplo a uno de estos niños, despreciados en la época de Jesús, para ponerlo como modelo de entrada al Reino de los Cielos.

Los niños de la época de Jesús no son como los niños de ahora, el niño ahora tiene un inmenso poder. Un estudio hecho por psicólogos muestra que cerca del 40% del presupuesto de una familia con hijos, lo determinan los gustos de los niños; son ellos los que determinan la leche que sí les gusta, los zapatos que sí les gusta, son ellos los que determinan si se van a comprar estas papitas o aquellas otras, si se van a comprar esta ropa o aquella otra.

Esa no era la situación en época de Jesucristo, los niños en la época de Jesús eran considerados casi solo como estorbos. No había la menor consideración por la opinión del niño. El niño tenía que ser simplemente educado, alimentado, y cuando ya sea grande, hablará y opinará.

Jesús toma a uno de esos pequeñitos, lo pone en medio como ejemplo para todos los discípulos y les dice: "Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos" (San Mateo 18,3). Pero luego de hablar de niños, habla también de los pequeños y les dice, "que los Ángeles de estos pequeños contemplan el rostro de Dios en los cielos" (San Mateo 18,10) como diciendo: "Si acaso no hay quién mire por ellos, los Ángeles de Dios están pendientes de ellos".

Yo quiero que tomemos las palabras de Jesús, porque Él habla de niños, habla de pequeños y habla también de pecadores, porque aquí, en la redacción de San Mateo, dice: "Suponed que un hombre tiene cien ovejas, si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve y va en busca de la perdida?"(San Mateo 18,12). Entonces, quiere decir que en la mente de Jesús hay una serie de personas que se parecen unas a otras: Los niños, los pequeños, los pecadores, y si recorremos otros pasajes del Evangelio, podemos completar nuestra lista: a Jesús le interesan los niños, los pequeños, los pecadores, los extranjeros, los enfermos, los endemoniados, las mujeres. Todos aquellos que eran excluidos en su tiempo.

Lea el Antiguo Testamento. ¿Usted se ha encontrado alguna vez con que algún profeta fuera acompañado o fuera servido por mujeres? Jamás. Se hospedaban sí alguna vez en casa de una viuda, como Elías, o en casa de un matrimonio, como Eliseo; pero que un profeta admitiera en su grupo, en su compañía mujeres, eso no sucedía jamás. Jesús si lo admite. Que un profeta se dejara tocar por una mujer y mucho más por una pecadora, nunca; Jesús admite que una pecadora pública desahogue su llanto en sus pies. La ley prohibía que los leprosos se acercaran a las ciudades; Jesús permite que un leproso se acerque hasta Él y luego el mismo Jesús se acerca hasta el enfermo y lo toca.

Los niños no valían nada, no importa la opinión del niño; Jesús lo abraza, lo bendice y lo pone en medio, y les dice: "Por aquí es"; los extranjeros eran rechazados con odio; Jesús, cuando va a decir su parábola, la que todos recordamos del Buen samaritano, ¿de dónde era ese señor? Pues de Samaria, ¿y quiénes eran los de Samaria? Pues los enemigos, la gente antipática y despreciada para los judíos, pues Jesús cuando va a decir su parábola, el personaje principal, y el que sí queda bien parado, es un samaritano. Porque los otros dos, un ilustre sacerdote, queda como un egoísta y un levita, que seguramente estudiaba y leía mucho, o por lo menos era muy correcto en sus funciones litúrgicas, ese también queda mal, el que queda bien es el samaritano.

Con esto estoy diciendo que la escena de hoy, la escena de este niño hay que saber relacionarla con una manera de ser de Jesucristo. El continuamente quiere que nosotros miremos a la gente que no queremos mirar, y por esto anda con pobres, con publicanos, con prostitutas, por eso, cosa inusitada, se deja atender y acompaña y da una parte de su misión a las mujeres, por eso abraza y bendice a los niños, por eso los pastores, que eran gente despreciada en tiempo de Cristo, son los primeros en verlo allá cuando su nacimiento.

Cristo entonces, continuamente quiere ponernos delante a la gente que no queremos mirar. Y no contento con presentarnos a niños, pobres, enfermos, pecadores, samaritanos, llega incluso a decirnos: "Y oren por sus enemigos".

Yo creo que la gente que uno menos quiere ver en esta vida son los enemigos: "Ni me hable de él, ni me lo presenten, ni me lo mienten"; pero Jesús continuamente, es lo que estamos descubriendo, quiere que uno vuelva su mirada a la gente que uno no quería ver. "¿Con que no quieres ver a los samaritanos? Pues te voy a echar esta historia: resulta que hubo un enfermo, y un sacerdote no hizo nada, y un levita no hizo nada, y un samaritano sí hizo el bien". "Resulta que tú crees que los niños son impertinentes, y que no saben nada, y que no pueden enseñar nada, pues venga para acá, muchachito, así es como tú tienes que ser". "Resulta que tú crees que las mujeres son chismosas y llorosas y que no pueden dar testimonio y que no se les puede creer nada, pues el anuncio de la resurrección lo dio por primera vez una mujer, y eso vale para toda la Iglesia". La primera noticia de la resurrección la dio una mujer. De esa manera se inició la evangelización.

Jesús quiere que uno vuelva la vista hacia aquellas personas que uno no quería mirar: los enemigos, los pobres, los niños, los enfermos.

¿Y por qué quiere eso Cristo? Por una razón profunda y hermosa: porque si yo únicamente miro a la gente que me cae bien, no los estoy mirando a ellos, estoy mirando mis intereses.

Supongamos una persona que sólo se rodea de sus amigos, que conmigo sólo estén mis amigos, hay gente que sólo se trata con sus amigos: "no, no, no, esa vieja me cae mal, quítela, esa no la quiero ver, en cambio, estos son mis amigos; este señor me cae gordo, ni me lo vuelva a presentar, en cambio que estén mis amigos".

¿Qué sucede cuando una persona se rodea solo de sus amigos? Que en el fondo se queda mirando sus propios intereses, el corazón se vuelve duro, el corazón se vuelve de piedra.

En cambio, ¿qué pasa cuando Jesús nos pone a un niño por delante o cuando nos habla de samaritanos, de pobres, de enfermos, de tantas otras personas como he mencionado, qué pasa? Esas personas me obligan a salir de mis intereses. Cuando yo trato al niño que me parecía impertinente, cuando atiendo al enfermo que me fastidiaba, cuando oro por el enemigo que yo no soportaba, mi corazón verdaderamente está teniendo misericordia, mi corazón ha salido de sus propios intereses y está aprendiendo lo que significa la palabra misericordia.

¿Y qué quería Jesús con eso? quería decirnos: "Con que te cuesta trabajo mirar a los niños, ¿no? ¿Con que te fastidian los samaritanos? ¿Y tú crees que a Dios le gusta mirarte? ¿Tú crees que tú cara o tú narizota le gustan a Jesús? ¿Tú crees que Jesús está feliz con tú vida? ¿Tú crees que Dios está muy contento con lo que tú eres? ¿Con todos esos pecados que tienes a tus espaldas? ¿Tú crees que hay muchas razones para que Dios te volteé a mirar a ti, hombre?

Seguramente tú vida no es bella ni es agradable, seguramente tú vida no le ha gustado a Dios, y por eso si tú tienes misericordia con tú hermano, tú descubrirás lo que significa la palabra compasión y descubrirás entonces por qué Dios sí te mira.

El que tiene misericordia con su hermano, comprende que Dios tiene misericordia de él. Maravillosa pedagogía de Jesucristo que nos estaba enseñando cómo el amor a Dios y el amor al prójimo van juntos.

El que se cierra en el círculo de sus propios intereses, el que se encierra en su círculo de amigos, jamás entenderá la misericordia de Dios. Tengo que salirme de mi círculo, tengo que mirar al que me cae mal. ¿Y por que? ¿Porque qué tal que Dios se quedara con su círculo de Ángeles? ¿Qué tal que Dios se quedara con su círculo de amigos? ¿Qué sería de mí que soy un pecador? ¿Qué tal que Dios me tratara a mí como yo trato a la gente? ¿Qué tal que Dios se encerrara en sus intereses? ¿Y qué tal que en los últimos cielos, en medio de músicas fantásticas y alabanzas bellísimas, se quedara y me dejara aquí tirado por la tierra?

Precisamente, para creer en la misericordia que Dios tiene de mí yo necesito conocer la misericordia en mi propio cuerpo, en mi propia carne, con mi propio hermano. Por eso decimos en el Padre Nuestro: "Perdónanos como nosotros perdonamos", porque sólo el que ha puesto el corazón en remojo, el que conoce lo que es un corazón blandito, llega a creer en la misericordia de Dios.

Sí, hay que aprender a ser niños, hay que aprender a ponerse del lado de los pecadores, y de los pobres, y de los marginados y saber que esa no es una opción que yo generosamente hago; es lo que a mí personalmente no me gusta de la expresión "opción por los pobres", porque a mí, opción por los pobres me suena más o menos a esto: yo soy una persona más o menos acomodada, pero como hay una pobrecita gente que no tiene nada, entonces vamos a darle a esa pobrecita gente; son unos infelices, unos miserables, que como no han podido tener nada, como son unos zarrapastrosos, como son uno míseros, una gentecita….

¡NO! Dese cuenta de que usted delante de Dios es así, de que usted es ese mísero, de que usted es ese zarrapastroso delante de Dios; dese cuenta de que ese es usted, y entonces tendrá corazón de niño, y entonces podrá entrar al Reino de los Cielos.

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