jueves, 24 de julio de 2014

Dios me enseñó a amarte

Querido hijo:
Qué día tan especial, festejas tú y contigo festejo yo.
Cumples tus primeros 10 años de vida y yo mis primeros 10 años de padre.

El día que naciste, empezaste tu propia historia y yo empecé la mía como papá.
Ello cambió mi rumbo; me cambió la vida.

Fui una persona antes de tu nacimiento y soy otro desde el primer día que te tuve en mis brazos y nos miramos cara a cara. Nos descubrimos en ese momento uno al otro.
Tú estabas sorprendido de haber llegado a este mundo, yo estaba extasiado de tenerte en mi vida.

Y ahí nació nuestra historia juntos, una historia que no tiene fin. Siempre cumpliremos años juntos y festejaremos al mismo tiempo.
Tú de ser mi hijo y de tener una vida que es totalmente tuya y yo de ser tu papá y gozar plenamente viéndote crecer.

¡Felicidades mi niño!

Aunque hoy quizás empiezas a ser menos niño y más adolescente, me dará mucho gusto ayudarte a aprender a volar. Luego quizás hagas tu propio plan de vuelo.
Encantado estaré de volar a tu lado y juntos podamos ver desde lo alto como se mira el mundo desde ahí; te encantará.

O si decides hacer tu propio camino y volar en otros rumbos, igual me sentiré feliz de verte aunque sea a lo lejos, cómo alcanzas alturas insospechadas para mí.

Lo importante es que te animes a volar, a descubrir a Dios en este mundo.
Que veas las maravillas que te tiene preparadas y que sepas que El me enseñó a amarte.
Y por eso mi amor por ti no tiene límite.

Te amo querido hijo, mi querido Gilberto, mi orgullo.

Tu papá