Entre las ideas básicas de la Nueva Era, merece particular atención la de la reencarnación, o la transmigración del alma que se encuentra en la mitología religiosa de algunos pueblos y, en especial, en la espiritualidad oriental. La idea de que el "yo", personal del ser humano vive varias existencias en forma cíclica, cambiando sólo de cuerpo, a lo largo de centenares o miles de años hasta lograr su "iluminación definitiva", es algo totalmente irreconciliable con la fe cristiana.
El deseo de la eterna felicidad que es un anhelo que Dios mismo ha puesto en Sus criaturas para que, buscándole, lleguemos a El, se explica en el Paganismo Oriental mediante la creencia en la reencarnación. Y se cree, además, que este proceso sucede no una vez, sino muchísimas veces: cuantas veces sean necesarias hasta romper este ciclo re-encarnatorio que es causado por el "karma", es decir, por el efecto que tienen los actos malos de la persona y por los cuales inexorablemente hay que pagar, bien en la vida de esa misma persona o en la vida de las sucesivas personas en las que supuestamente se reencarna esa alma.
Según el Paganismo Oriental, este ciclo re-encarnatorio llamado "samsara" puede concluir cuando, aún permaneciendo en el mundo físico, se llega al desprendimiento total de éste, creyéndose que así se logra la auto-divinización.
La creencia de la reencarnación afirma que la identidad personal e irrepetible de cada hombre es una ilusión o, por lo menos, que esta identidad es independiente del cuerpo que tiene cada uno. Manifiesta desdén para el sentido profundo de la corporeidad humana y menosprecia al valor de la libertad y de la responsabilidad moral de cada hombre. Pero lo más preocupante es que la reencarnación es abiertamente contraria a la revelación cristiana.
Si ése fuera el caso, Cristo habría tenido que morir muchas veces desde la creación del mundo. Pero el hecho es que ahora, en el final de los tiempos, Cristo ha aparecido una sola vez y para siempre, ofreciéndose a sí mismo en sacrificio para quitar el pecado. Y así como todos han de morir una sola vez y después vendrá el juicio, así también Cristo ha sido ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos (Hebreos 9: 26-28).
Pero la creencia en este prolongado y desagradable supuesto ciclo de sucesivas muertes y nacimientos, que en el Paganismo Oriental es considerado algo negativo de lo que hay que salir, la estamos adoptando ingenuamente los hombres y mujeres de hoy como algo posible, bueno, conveniente... y hasta agradable y esperanzador, y lo estamos "anexando" a las verdades que constituyen nuestra fe cristiana. Sin embargo, aparte de ser la llamada "re-encarnación" algo inconveniente y negativo, y aparte de estar expresamente negada en la Biblia contradice verdades básicas de nuestra fe cristiana y se podría decir que termina negando toda esa fe. Analicemos sólo dos de estas verdades:
1. Jesucristo Salvador y Redentor: Sólo Dios puede salvar (Isaías 43,3 y 12,2).
Sólo el Hijo de Dios hecho Hombre nos salva y redime (Lucas 19,12 – Juan 10,19 –Romanos 5,12-19). Pero en la teoría pagana de la "re-encarnación" el hombre pretende por sí mismo llegar a la propia divinización, "purificándose" mediante técnicas y prácticas esotéricas. Es decir, el hombre que cree que va a re-encarnar pretende auto-redimirse, negándose así la única salvación posible: la que nos vino a traer Jesucristo, Salvador y Redentor de todos los seres humanos y de cada ser humano en particular (Lucas 1,31 – Mateo 1,21).
Así, para los católicos Jesucristo es Dios, Redentor, Hijo de Dios hecho uno como nosotros por Amor infinito para salvarnos de la muerte y del pecado. En la Nueva Era, Jesús resulta un "profeta más, equiparado con Buda, Mahoma, Laotsé... Llegan algunos a considerarlo un "maestro de la Nueva Era", el ejemplo de una persona "iluminada" que se dio cuenta de que era dios, que es lo que plantea la Nueva Era para todos los seres humanos a través del Panteísmo (Todo es dios ... yo soy dios).
Según la Nueva Era, Cristo no volverá a juzgarnos, como nos dice claramente la Sagrada Escritura sino que vendrá a ayudar a la humanidad, a inspirarla. Esto, por supuesto, es la preparación para recibir al Anti-Cristo que la Nueva Era llama "Maitreya". Nosotros sabemos que Cristo "vendrá de nuevo con gloria para juzgar a vivos y muertos", como reza el Credo y como también está en los Evangelios.
Según los llamados "evangelios gnósticos" (recordemos que el gnosticismo, herejía del siglo I, fue formalmente refutada en el Concilio de Nicea en el siglo IV, pero sigue prevalente en nuestros días), los gnósticos fueron una minoría perseguida, cuyas enseñanzas fueron suprimidas por razones políticas y eclesiales. Entre los seguidores de la Nueva Era hay una historieta según la cual Jesús vivió en el Oriente pagano y fue iniciado en los misterios gnósticos y esotéricos supuestamente durante los 18 años de su vida, respecto de los cuales no hay nada sobre El en los Evangelios. Lo describen como un yogui que llegó a la iluminación, es decir, a darse cuenta de que era Dios.
Por tanto, según la Nueva Era, Jesucristo no es el Dios-Hecho-Hombre de la Biblia, sino el hombre-hecho-dios del Panteísmo.
2. La Resurrección:
Así como Jesucristo ya resucitó, nosotros también resucitaremos para vivir eternamente (Juan 6,40), no sin antes pasar por el Juicio (Juan 5,25-27): "los que hicieron bien saldrán y resucitarán para la vida, pero los que obraron mal resucitarán para la condenación" (Juan 5,28-29).
Esa es nuestra esperanza; el saber que resucitaremos en cuerpo y alma gloriosos como Jesucristo ya resucitó, para disfrutar del Cielo que nos ha sido prometido, ese lugar inexplicable en términos humanos, pues "ni el ojo vio, ni el oído escuchó, ni el corazón humano imaginó lo que Dios tiene preparado para las que le aman" (1 Corintios 2,9).
En la literatura popular de inspiración Nueva Era abundan "testimonios" y relatos que supuestamente comprueban no sólo el hecho de las "encarnaciones previas", sino también de la posibilidad de llegar al recuerdo pleno y consciente de ellas. Los nuevos movimientos religiosos de corte Nueva Era frecuentemente reconocen en sus líderes reencarnaciones de otras figuras históricas o míticas que han vuelto a la vida para seguir con la obra de iluminar a la humanidad. Las terapias alternativas de algunos programas de potencial humano pretenden ayudar a sus clientes a descubrir las raíces de sus problemas presentes en sus "vidas pasadas" a través de la hipnosis y otras técnicas de auto-sugestión. Todo esto ha sembrado la duda en la mente de no pocos cristianos.
Pero es la verdad histórica y esperanzadora de la Resurrección de Jesucristo la que revela el fin último del hombre. No podemos negar la evidencia indiscutible que una y otra vez se presenta a nuestros ojos: la muerte alcanza a todos los hombres como desenlace terminante de su existencia. La vuelta a esta vida no es posible y no se da. A esta vida sigue una transformación total y eterna de cada individuo, no una sucesión de vidas y muertes sin fin y sin sentido. Cristo venció la muerte de una vez por todos y somos partícipes de su victoria.
“Porque sonará la trompeta y los muertos serán resucitados para no volver a morir. Y nosotros seremos transformados... Y cuando nuestra naturaleza corruptible se haya revestido de lo incorruptible y cuando nuestro cuerpo mortal se haya revestido de inmortalidad, se cumplirá lo que dice la Escritura: "La muerte ha sido devorada por la victoria” (1 Corintios 15: 52-54).
1 comentario:
Que verdades mas grandes dices...
Fantastico Blog
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