Autor: Padre Ignacio Larrañaga publicado en su libro "Encuentro"
1. Cuando, al orar, sientas sueño, ponte de pie, cuerpo recto y los talones juntos.
2. Cuando sientas sequedad o aridez, piensa que puede tratarse de pruebas divinas o emergencias de la naturaleza. No hagas violencia para "sentir". Hazte acompañar por los tres ángeles: paciencia: acepta con paz lo que tú no puedas solucionar. Perseverancia: sigue orando aunque no sientas nada. Esperanza: todo pasará; mañana será mejor.
3. Nunca olvides que la vida con Dios es vida de fe. Y la fe no es sentir sino saber. No es emoción sino convicción. No es evidencia sino certeza.
4. Para orar necesitas método, orden, disciplina, pero también flexibilidad, porque el Espíritu Santo puede soplar en el momento menos pensado. La gente se estanca en la oración por falta de método. El que ora de cualquier manera llega a ser cualquier cosa.
5. Ilusión, no; esperanza, sí. La ilusión se desvanece; la esperanza permanece. Esfuerzo, sí; violencia, no. Una fuerte agitación por sentir devoción sensible produce fatiga mental y desaliento.
6. Piensa que Dios es gratuidad. Por eso su pedagogía para con nosotros es desconcertante; debido a eso, en la oración no hay lógica humana: a tales esfuerzos, tales resultados; a tanta acción, tanta reacción; a tal causa, tal efecto. Al contrario, normalmente no habrá proporción entre tus esfuerzos en la oración y los "resultados". Sabe que la cosa es así, y acéptala con paz.
7. La oración es relación con Dios. Relación es movimiento de las energías mentales, un movimiento de adhesión a Dios. Es, pues, normal que se produzca en el alma emoción o entusiasmo. Pero, ¡cuidado!, es imprescindible que ese estado emotivo quede controlado por el sosiego y la serenidad.
8. La visitación divina, durante la actividad orante, puede producirse en cualquier momento: al comienzo, en medio, al fin; en todo tiempo o en ningún momento. En este último caso, ten cuidado de no dejarte llevar por el desaliento y la impaciencia. Al contrario, relaja los nervios, abandónate, y continúa orando.
9. Te quejas: rezo pero no se nota en mi vida. Para derivar la fuerza de la oración en la vida, primero: sintetiza la oración de la mañana en una frase simple (por ejemplo: "¿Qué haría Jesús en mi lugar?"), y recuérdatela en cada nueva circunstancia del día. Y segundo: cuando llegue una contrariedad o prueba fuerte, despierta y toma conciencia de que tienes que sentir, reaccionar y actuar como Jesús.
10. No pretendas cambiar tu vida; te basta con mejorar. No busques ser humilde; te basta con hacer actos de humildad. No pretendas ser virtuoso; te basta con hacer actos de virtud. Ser virtuoso significa actuar como Jesús.
Con las recaídas no te asustes. Recaída significa actuar según tus rasgos negativos. Cuando estés descuidado o desprevenido, vas a reaccionar según tus impulsos negativos. Es normal. Ten paciencia. Cuando llegue la ocasión, procura no estar desprevenido, sino despierto, y trata de actuar según los impulsos de Jesús.
11. Toma conciencia de que puedes muy poco. Te lo digo para animarte, para que no te desanimes cuando lleguen las recaídas. Piensa que el crecimiento en Dios es sumamente lento y lleno de contramarchas. Acepta con paz estos hechos. Después de cada recaída, levántate y anda.
12. La santidad consiste en estar con el Señor, y de tanto estar, su figura se graba en el alma; y luego en caminar a la luz de esa figura. En eso consiste la santidad.
13. Para dar los primeros pasos en el trato con Dios, puedes utilizar aquellas modalidades que, para caminar, ofrecen apoyo: los números 1, 2, 3.
En los peores momentos de dispersión o aridez, no pierdas el tiempo; siempre podrás orar con las modalidades oración escrita, oración auditiva y lectura rezada.
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