domingo, 9 de septiembre de 2012

El pecado del hombre

Tomado del libro: "Id y evangelizad a los bautizados" de José H. Prado Flores

Ante la realidad de nosotros mismos y todo cuanto nos rodea surgen algunas preguntas muy lógicas. Si Dios nos ama:
¿Porque a nivel personal se vive con tantas inseguridades, temores, envidias, insatisfacciones, desequilibrios emocionales, competencia, angustia, tristeza y limitaciones, y no experimentamos su amor?

¿Porque a nivel comunitario las familias se desintegran, los hijos se rebelan contra los padres, hay luchas de generaciones, competencias y odios de unos para con otros?
¿Porque la guerra, el hambre, la pobreza, la injusticia, la discriminación, la opresión y la falta de libertad?
¿Porque no vivimos a nivel social el maravilloso plan de amor, justicia y paz?
En el fondo late la siguiente inquietud: Si Dios nos ama, ¿porque no lo experimentamos? ¿Porque nuestro mundo no es un paraíso donde se viva en armonía, paz y justicia?
 
El problema
Antes de querer solucionar el problema debemos conocerlo claramente. Si un problema no está bien planteado jamás se encontrara la solución. Cuando se nos descompone un automóvil vamos con el mecánico para que nos diga cuál es la falla. Cuando se nos descompone el reloj le pedimos al relojero que nos lo componga. Pero, cuando se nos descompone la vida ¿a quién debemos recurrir? Y si el mundo no marcha adecuadamente debemos de preguntarle al Creador del mundo que es lo que está sucediendo.

El, en su Palabra, nos dice:
"Porque todos pecaron, todos están privados de la manifestación salvífica de Dios". Rom 3,23.

O sea, que lo que impide que en nuestro mundo se manifieste el amor de Dios y se realice su plan de felicidad, paz y unión se llama pecado. El pecado es la causa de todos los males que aquejan a la humanidad. Dios ha hecho caer un diluvio de amor sobre nosotros, pero nosotros estamos bajo un cristal irrompible que nos permite ver llover; pero no nos mojamos con el Agua Viva del amor de Dios. El pecado es ese impedimento que no nos permite experimentar el amor de Dios.

Desde que en el paraíso Satanás engañó a nuestros primeros padres haciéndoles creer que por sus propias fuerzas podrían alcanzar su felicidad y realización humana comenzó todo el desastre en que vivimos:
  • el hombre se alejó de Dios, fuente de la vida.
  • se separo de su mujer, acusándola de ser la culpable.
  • se enemisto con la creación, que se rebelo contra el.
Desde entonces comenzaron los odios, rencores y re sentimientos. Inmediatamente después el más fuerte, (Caín) mató al más pequeño (Abel). Dieron inicio las guerras, las injusticias, el afán por las riquezas y todo el mal que existe en el mundo. El problema que tenemos es que somos pecadores, y por tanto, alejados del amor de Dios. Lo peor es que no podemos evitarlo, porque el pecado no es algo que podamos impedir que entre a nosotros, sino algo que sale del fondo de nuestro propio ser: Mc 1,14-15.

¿Porque un árbol de limones da siempre frutos agrios y ácidos y no dulces y apetitosos? Por la simple razón de que tiene raíces de limón y no puede dar sino limones. Así también nosotros, manifestamos frutos de pecado porque nuestra raíz, el corazón, es de pecado. Necesitaríamos que alguien nos cambiara el corazón... Nosotros somos pecadores, por eso precisamente pecamos. Porque nuestra raíz es de pecado, aparecen lógicamente frutos de pecado. Cuando el rey David reconoció y confesó su pecado, dijo que había pecado porque desde que su madre lo concibió, él ya era pecador:
"Mira que en la culpa nací, pecador me concibió mi madre." Sal 51,7

El pecado es como nuestra sombra, inseparable de nosotros. Sólo hay dos maneras de que no tengamos sombra: estar en la completa oscuridad, lo cual resulta aun peor y ser luz, porque la luz no tiene sombra, pero esto resulta imposible para la fuerza humana. Querer salvar la vida por nuestras propias fuerzas es hundirnos más en la desesperación de la impotencia. Cuando comenzaron a enviar los primeros cohetes espaciales a la luna el problema principal que existía era que no tenían la suficiente fuerza para llegar hasta allá y entonces caían a tierra. Incluso, entre más alto subían, más fuerte se desplomaban, destruyéndose completamente. Eso mismo nos pasa a nosotros cuando con nuestras propias fuerzas y medios queremos alcanzar la felicidad, y la realización de nuestra vida.
  • Cuando buscamos por caminos falsos: materialismo, humanismo sin Dios, comunismo o capitalismo, etc.
  • Cuando creemos en ídolos falsos: satanismo, brujería, curanderismo, control mental, meditación trascendental, conocimiento del futuro, etc.
  • Cuando dependemos de nosotros mismos: el cumplimiento de una ley, nuestra justicia propia, nuestras buenas obras, etc.
Somos ciegos incapaces de atinar el camino. Y ningún otro nos puede ayudar porque, como nosotros, el es también ciego. Necesitamos un poder de lo Alto que no tenemos.
Dos hombres borrachos se subieron a una barca para pasar a la otra orilla del rio. Ya estaba oscuro y ellos remaron toda la noche sin conseguir llegar al otro lado. Al amanecer, y ya habiéndoseles pasado un poco la borrachera, se dieron cuenta que ni siquiera habían avanzado un solo metro, ya que la barca había permanecido amarrada en la orilla del rio.

También nosotros estamos amarrados por el lazo del pecado, el cual no nos permite, por mas esfuerzo que hagamos, el llegar hasta la orilla de la salvación. Ni nuestras buenas intenciones, ni nuestras obras, ni nuestra propia justicia son capaces de alcanzarnos la salvación. Y no importa cómo sea ese lazo. Un pajarito no puede volar si está atado por una cadena de acero o por un hilo delgado, de todas maneras no puede volar. Necesitamos alguien que desate el lazo del pecado.

El pecado es, básicamente, no creerle a Dios; no confiar en El porque confiamos mas en nosotros mismos. Creer más en nosotros que en El. Preferirnos a nosotros y negarlo a El. No querer depender de su voluntad. Hacer la vida por nuestra propia cuenta. Es tener ídolos en nuestra vida: y por ídolos hemos de entender todo lo que de alguna manera suplanta a Dios. Pecado es todo lo que no proviene de la fe en Dios: Rom 14,23; toda actividad contraria a la fe o actitud de desconfianza.

Los pecados son todas las formas concretas con las que manifestamos que estamos creyendo en nosotros mismos, en nuestros caminos y medios para conseguir la felicidad y realización personal. Odios, injusticias, robos, abusos de sexo, asesinatos, egoísmos y orgullo son fruto del pecado. El pecado hace más daño al hombre que a Dios, por eso El no quiere que pequemos; tanto así nos ama:
"El que me ofende hace daño a su alma" Prov. 8,36.

En resumen, el pecado es apartarnos de Dios que es la Vida, y por tanto, entrar en la Muerte:
"El salario del pecado es la muerte" Rom 6,23,

La mala noticia
El hombre tiene un problema que no puede solucionar y un enemigo al que no puede vencer. Con toda su ciencia y todo su poder, no es capaz de echar abajo al Príncipe de este mundo, ni quitar el pecado del mundo: hace el mal que no quiere y no hace el bien que se propone. El hombre es de naturaleza pecadora, por eso peca. Por tanto el hombre no puede cambiarse a sí mismo. Por sus propias fuerzas no es capaz de renovarse, hacerse criatura nueva, cambiar su corazón, solucionar el problema de su existencia.

El hombre no puede salvarse a sí mismo, porque todo el que quiere salvar su vida, la pierde. Ningún hombre se puede salvar por sí mismo. Por tanto, tampoco ningún hombre puede salvar a otro hombre. Un ciego no puede guiar a otro ciego, pues los dos se caerán de cabeza al pozo. El hombre tiene un problema que el hombre no puede solucionar. Esta es la peor de todas las noticias que podemos escuchar. Y, sin embargo, es la verdad. Ningún periódico o noticiero, tan lleno siempre de noticias negativas, ha dado todavía una noticia tan mala como esta. El día que el hombre quiso ser Dios en el Paraíso se hundió en el absurdo. El día que el hombre quiso construir la torre de Babel que alcanzara el cielo, fracasó. ¡El hombre no puede llegar a Dios!

Satanás y sus obras
Dios tiene un enemigo personal que trata de alejar a sus hijos con engaños y perversiones: se trata de Satanás que es el príncipe de la mentira. Desde un principio se rebelo contra Dios y trato de perder a nuestros primeros padres en el Paraíso, haciéndoles creer que por sus propias fuerzas y medios podían llegar a ser como Dios. Su principal característica es ser homicida, ya que al separarnos de Dios que es la Vida, nos conduce a la Muerte. A través de sus mentiras nos hace creer que por nuestras propias fuerzas y capacidades alcanzaremos felicidad, seguridad y salvación.

Nos presenta el poder mundano como fuente de felicidad. Nos engaña con el materialismo y el consumismo, haciéndonos creer que en la medida en que poseemos más cosas, somos más hombres. Nos seduce con apariencias exteriores que no transforman el corazón humano. De una manera especial actúa e influye a través de todo esoterismo y ocultismo, lo cual es un pecado contra la fe, ya que no es sino la falta de confianza en el único Dios verdadero, fabricándose ídolos en los cuales se pone dicha confianza. Por tanto, es absolutamente necesario pedir perdón a Dios por ese pecado y luego renunciar a esos ídolos para abrir las puertas a la luz de Dios. Nuestro Dios no acepta compartir nuestro corazón. No es posible servir a dos señores.

Así como los efesios quemaron todos sus libros de magia (Hech 19,19), así es necesario que nos desprendamos de todo amuleto, fetiche, artículo de la buena suerte o literatura esotérica. Quien tiene a Dios como Padre providente no necesita de ninguna de esas cosas. Sería como tener un repuesto para cuando Dios nos fallara. Esto es inconcebible.

Pero más importante aun es que decidamos con toda la libertad de nuestra voluntad no depender de nada ni de nadie que no sea Dios, a saber: todo espiritismo y espiritualismo, curanderismo y adivinación, limpias, lecturas de la mano, café o cartas; astrología y horóscopos, contacto con los muertos y afiliación a sectas diabólicas. Si se ha tenido algo que ver con estas cosas (aunque sea por curiosidad o por juego) es necesario hacer una renuncia explícita a todo ello.

Reconoce tu problema
Jesús era muy comprensivo con todos los pecadores. Comía con ellos, se dejó lavar los pies por una prostituta, y entre sus seguidores incondicionales había gentes de mala reputación. Nunca rechazo, juzgo ni condenó a ningún pecador. Con los que nunca pudo entenderse y comunicarles la vida en abundancia, fue con los que se creían buenos y perfectos. Con ellos fue muy duro y violento. Hasta llego a llamarlos: "raza de víboras, sepulcros blanqueados".

El peor pecador es el que no reconoce su pecado. Lo peor que nos puede pasar no es pecar sino no reconocer nuestro pecado.  Ciertamente somos pecadores, pero si lo reconocemos tendremos una gran ventaja, ya que solo los enfermos pueden ser sanados y solo los muertos pueden ser resucitados.

Cuando un ciego cree ver y no reconoce su limitación, jamás va a encontrar la ayuda necesaria para salir de su problema: Si fueran ciegos no tendrían pecado; pero como dicen: "vemos", su pecado permanece: Jn 9,41

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