Tomado del libro: "Id y evangelizad a los bautizados" de José H. Prado Flores
Ante la
realidad de nosotros mismos y todo cuanto nos rodea surgen algunas preguntas
muy lógicas. Si Dios nos ama:
¿Porque a
nivel personal se vive con tantas inseguridades, temores, envidias,
insatisfacciones, desequilibrios emocionales, competencia, angustia, tristeza y
limitaciones, y no experimentamos su amor?
¿Porque a nivel comunitario las familias se desintegran, los hijos se rebelan contra los padres, hay luchas de generaciones, competencias y odios de unos para con otros?
¿Porque a nivel comunitario las familias se desintegran, los hijos se rebelan contra los padres, hay luchas de generaciones, competencias y odios de unos para con otros?
¿Porque la
guerra, el hambre, la pobreza, la injusticia, la discriminación, la opresión y
la falta de libertad?
¿Porque no
vivimos a nivel social el maravilloso plan de amor, justicia y paz?
En el fondo
late la siguiente inquietud: Si Dios nos ama, ¿porque no lo experimentamos? ¿Porque
nuestro mundo no es un paraíso donde se viva en armonía, paz y justicia?
Antes de
querer solucionar el problema debemos conocerlo claramente. Si un
problema no está bien planteado jamás se encontrara la solución. Cuando se nos
descompone un automóvil vamos con el mecánico para que nos diga cuál es la
falla. Cuando se nos descompone el reloj le pedimos al relojero que nos lo
componga. Pero, cuando se nos descompone la vida ¿a quién debemos recurrir? Y
si el mundo no marcha adecuadamente debemos de preguntarle al Creador del mundo
que es lo que está sucediendo.
El, en su
Palabra, nos dice:
"Porque todos
pecaron, todos están privados de la manifestación salvífica de Dios". Rom 3,23.
O sea, que lo
que impide que en nuestro mundo se manifieste el amor de Dios y se realice su
plan de felicidad, paz y unión se llama pecado. El pecado es la causa de todos
los males que aquejan a la humanidad. Dios ha hecho
caer un diluvio de amor sobre nosotros, pero nosotros estamos bajo un cristal
irrompible que nos permite ver llover; pero no nos mojamos con el Agua
Viva del amor de Dios. El pecado es ese impedimento que no nos permite
experimentar el amor de Dios.
Desde que en
el paraíso Satanás engañó a nuestros primeros padres haciéndoles creer que por
sus propias fuerzas podrían alcanzar su felicidad y realización humana comenzó
todo el desastre en que vivimos:
- el hombre se alejó de Dios, fuente de la vida.
- se separo de su mujer, acusándola de ser la culpable.
- se enemisto con la creación, que se rebelo contra el.
Desde
entonces comenzaron los odios, rencores y re sentimientos. Inmediatamente
después el más fuerte, (Caín) mató al más pequeño (Abel). Dieron inicio las
guerras, las injusticias, el afán por las riquezas y todo el mal que existe en
el mundo. El problema
que tenemos es que somos pecadores, y por tanto, alejados del amor de Dios. Lo peor es
que no podemos evitarlo, porque el pecado no es algo que podamos impedir que
entre a nosotros, sino algo que sale del fondo de nuestro propio ser: Mc
1,14-15.
¿Porque un
árbol de limones da siempre frutos agrios y ácidos y no dulces y apetitosos?
Por la simple razón de que tiene raíces de limón y no puede dar sino limones.
Así también nosotros, manifestamos frutos de pecado porque nuestra raíz, el
corazón, es de pecado. Necesitaríamos que alguien nos cambiara el corazón... Nosotros
somos pecadores, por eso precisamente pecamos. Porque nuestra raíz es de
pecado, aparecen lógicamente frutos de pecado. Cuando el rey
David reconoció y confesó su pecado, dijo que había pecado porque desde que su
madre lo concibió, él ya era pecador:
"Mira que en
la culpa nací, pecador me concibió mi madre." Sal 51,7
El pecado es
como nuestra sombra, inseparable de nosotros. Sólo hay dos maneras de que no
tengamos sombra: estar en la
completa oscuridad, lo cual resulta aun peor y ser luz,
porque la luz no tiene sombra, pero esto resulta imposible para la fuerza
humana. Querer salvar la vida por nuestras propias fuerzas es hundirnos más en
la desesperación de la impotencia. Cuando comenzaron a enviar los primeros
cohetes espaciales a la luna el problema principal que existía era que no
tenían la suficiente fuerza para llegar hasta allá y entonces caían a tierra.
Incluso, entre más alto subían, más fuerte se desplomaban, destruyéndose
completamente. Eso mismo nos pasa a nosotros cuando con nuestras propias
fuerzas y medios queremos alcanzar la felicidad, y la realización de nuestra
vida.
- Cuando buscamos por caminos falsos: materialismo, humanismo sin Dios, comunismo o capitalismo, etc.
- Cuando creemos en ídolos falsos: satanismo, brujería, curanderismo, control mental, meditación trascendental, conocimiento del futuro, etc.
- Cuando dependemos de nosotros mismos: el cumplimiento de una ley, nuestra justicia propia, nuestras buenas obras, etc.
Somos ciegos
incapaces de atinar el camino. Y ningún otro nos puede ayudar porque, como
nosotros, el es también ciego. Necesitamos un poder de lo Alto que no tenemos.
Dos hombres borrachos se subieron a una barca para pasar a la otra orilla del
rio. Ya estaba oscuro y ellos remaron toda la noche sin conseguir llegar al
otro lado. Al amanecer, y ya habiéndoseles pasado un poco la borrachera, se
dieron cuenta que ni siquiera habían avanzado un solo metro, ya que la barca
había permanecido amarrada en la orilla del rio.
También
nosotros estamos amarrados por el lazo del pecado, el cual no nos permite, por
mas esfuerzo que hagamos, el llegar hasta la orilla de la salvación. Ni nuestras
buenas intenciones, ni nuestras obras, ni nuestra propia justicia son capaces
de alcanzarnos la salvación. Y no importa
cómo sea ese lazo. Un pajarito no puede volar si está atado por una cadena de
acero o por un hilo delgado, de todas maneras no puede volar. Necesitamos
alguien que desate el lazo del pecado.
El pecado es,
básicamente, no creerle a Dios; no confiar en El porque confiamos mas en
nosotros mismos. Creer más en nosotros que en El. Preferirnos a nosotros y
negarlo a El. No querer depender de su voluntad. Hacer la vida por nuestra
propia cuenta. Es tener ídolos en nuestra vida: y por ídolos hemos de entender
todo lo que de alguna manera suplanta a Dios. Pecado es
todo lo que no proviene de la fe en Dios: Rom 14,23; toda actividad contraria a
la fe o actitud de desconfianza.
Los pecados
son todas las formas concretas con las que manifestamos que estamos creyendo en
nosotros mismos, en nuestros caminos y medios para conseguir la felicidad y
realización personal. Odios, injusticias, robos, abusos de sexo, asesinatos,
egoísmos y orgullo son fruto del pecado. El pecado
hace más daño al hombre que a Dios, por eso El no quiere que pequemos; tanto
así nos ama:
"El que me
ofende hace daño a su alma" Prov. 8,36.
En resumen,
el pecado es apartarnos de Dios que es la Vida, y por tanto, entrar en la
Muerte:
"El salario
del pecado es la muerte" Rom 6,23,
La mala
noticia
El hombre
tiene un problema que no puede solucionar y un enemigo al que no puede vencer. Con toda su ciencia y todo su poder, no es capaz de echar abajo al Príncipe de
este mundo, ni quitar el pecado del mundo: hace el mal que no quiere y no hace
el bien que se propone. El hombre es
de naturaleza pecadora, por eso peca. Por tanto el hombre no puede cambiarse a
sí mismo. Por sus propias fuerzas no es capaz de renovarse, hacerse criatura
nueva, cambiar su corazón, solucionar el problema de su existencia.
El hombre no
puede salvarse a sí mismo, porque todo el que quiere salvar su vida, la pierde.
Ningún hombre se puede salvar por sí mismo. Por tanto, tampoco ningún hombre
puede salvar a otro hombre. Un ciego no puede guiar a otro ciego, pues los dos
se caerán de cabeza al pozo. El hombre
tiene un problema que el hombre no puede solucionar. Esta es la peor de todas
las noticias que podemos escuchar. Y, sin embargo, es la verdad. Ningún
periódico o noticiero, tan lleno siempre de noticias negativas, ha dado todavía
una noticia tan mala como esta. El día que el
hombre quiso ser Dios en el Paraíso se hundió en el absurdo. El día que el
hombre quiso construir la torre de Babel que alcanzara el cielo, fracasó. ¡El
hombre no puede llegar a Dios!
Satanás y
sus obras
Dios tiene un
enemigo personal que trata de alejar a sus hijos con engaños y perversiones: se
trata de Satanás que es el príncipe de la mentira. Desde un
principio se rebelo contra Dios y trato de perder a nuestros primeros padres en
el Paraíso, haciéndoles creer que por sus propias fuerzas y medios podían
llegar a ser como Dios. Su principal
característica es ser homicida, ya que al separarnos de Dios que es la Vida,
nos conduce a la Muerte. A través de sus mentiras nos hace creer que por
nuestras propias fuerzas y capacidades alcanzaremos felicidad, seguridad y
salvación.
Nos presenta
el poder mundano como fuente de felicidad. Nos engaña con el materialismo y el
consumismo, haciéndonos creer que en la medida en que poseemos más cosas, somos
más hombres. Nos seduce con apariencias exteriores que no transforman el
corazón humano. De una manera
especial actúa e influye a través de todo esoterismo y ocultismo, lo cual es un
pecado contra la fe, ya que no es sino la falta de confianza en el único Dios
verdadero, fabricándose ídolos en los cuales se pone dicha confianza. Por
tanto, es absolutamente necesario pedir perdón a Dios por ese pecado y luego
renunciar a esos ídolos para abrir las puertas a la luz de Dios. Nuestro Dios
no acepta compartir nuestro corazón. No es posible servir a dos señores.
Así como los
efesios quemaron todos sus libros de magia (Hech 19,19), así es necesario que
nos desprendamos de todo amuleto, fetiche, artículo de la buena suerte o
literatura esotérica. Quien tiene a Dios como Padre providente no necesita de
ninguna de esas cosas. Sería como tener un repuesto para cuando Dios nos
fallara. Esto es inconcebible.
Pero más
importante aun es que decidamos con toda la libertad de nuestra voluntad no
depender de nada ni de nadie que no sea Dios, a saber: todo espiritismo y
espiritualismo, curanderismo y adivinación, limpias, lecturas de la mano, café
o cartas; astrología y horóscopos, contacto con los muertos y afiliación a
sectas diabólicas. Si se ha
tenido algo que ver con estas cosas (aunque sea por curiosidad o por juego) es
necesario hacer una renuncia explícita a todo ello.
Reconoce
tu problema
Jesús era muy
comprensivo con todos los pecadores. Comía con ellos, se dejó lavar los pies
por una prostituta, y entre sus seguidores incondicionales había gentes de mala
reputación. Nunca rechazo, juzgo ni condenó a ningún pecador. Con los que nunca
pudo entenderse y comunicarles la vida en abundancia, fue con los que se creían
buenos y perfectos. Con ellos fue muy duro y violento. Hasta llego a llamarlos:
"raza de víboras, sepulcros blanqueados".
El peor
pecador es el que no reconoce su pecado. Lo peor que nos puede
pasar no es pecar sino no reconocer nuestro pecado. Ciertamente
somos pecadores, pero si lo reconocemos tendremos una gran ventaja, ya que solo
los enfermos pueden ser sanados y solo los muertos pueden ser resucitados.
Cuando un
ciego cree ver y no reconoce su limitación, jamás va a encontrar la ayuda
necesaria para salir de su problema: Si fueran
ciegos no tendrían pecado; pero como dicen: "vemos",
su pecado permanece: Jn 9,41
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