viernes, 7 de septiembre de 2012

Agradecidos por estar en la viña

Predicación tomada de de www.fraynelson.com

¿Por qué hacemos el bien y por que nos abstenemos del mal? ¿Cuántas veces nos sorprendemos llevando un registro de nuestras buenas obras? ¿llevamos cuentas de lo bueno que somos? Fray Nelson Medina nos invita a reflexionar sobre el tema partiendo de la enseñanza del siguiente pasaje del evangelio:

Mateo 20,1-16
Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña. Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: "Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo". Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: "¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?". Ellos le respondieron: "Nadie nos ha contratado". Entonces les dijo: "Vayan también ustedes a mi viña". Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: "Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros". Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: "Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada". El propietario respondió a uno de ellos: "Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?". Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos"

¿En qué sentido nosotros hemos llegado a la última hora, y en qué sentido nosotros sentimos el peso del trabajo y el calor de la jornada? Siente el peso del día y el calor de la jornada toda persona que le cuesta trabajo ser buena. Cuando uno es bueno porque le toca, por guardar las apariencias, por no darle gusto a las otras personas; cuando uno es bueno pero quisiera ser malo, cuando uno guarda la moral de manera hipócrita, uno se parece a los trabajadores de la primera hora.

Hay personas, por ejemplo, que nunca se han robado un centavo, o hay personas que han guardado una admirable pureza en su corazón y en su cuerpo, o hay personas que nunca han probado la droga y nunca han dado mal ejemplo de alcoholismo, o así tantas otras cosas. También hay personas que no han cometido ninguna de esas cosas, pero las han dejado de hacer por orgullo, por conveniencia, las han dejado de hacer por no darle gusto a otras personas o por lo que es costumbre en un determinado medio social.

Toda persona que tiene una moral hipócrita, toda persona que es buena porque le toca, pero quisiera ser mala, toda persona que vive así, cada día que persiste en su honradez, o en su pureza, o en su sinceridad, es como estar llevando registros o cuentas. El Apóstol San Pablo en la Primera Carta a los Corintios dice una cosa desconcertante sobre el amor. Dice: "El amor no lleva cuentas" 1 Corintios 13,5.

Cuando una persona lleva cuentas de todos los días que ha sido fiel a la esposa, quiere decir que esa fidelidad no tiene verdadera raíz en el amor. "Es que yo llevo años y años y años..." El que lleva cuentas, como este obrero llevaba cuentas de las horas de trabajo,  no está siendo bueno por amor sino por la paga, ¿y qué le dice Cristo a esa persona?: "Toma lo que es tuyo y vete"

"Si tú lo que quieres es la paga, toma tu paga, toma tu salario y vete". En cambio al que llegó en la última hora no le dice "vete", le da el denario y le da sobre todo su amistad, su compañía, su presencia.

Así descubrimos una dimensión mucho más honda de esta lectura. La persona que lleva las cuentas de las horas, las persona que lleva las cuentas del bien que ha hecho, y de todos los bienes que ha hecho, y de todas las limosnas que ha hecho, y de todos los males de los que se ha abstenido, persona que lleva cuentas es persona que no ha entendido una palabra del Evangelio.

Una persona que lleva cuentas es una persona que en el fondo de su corazón quisiera no estar en la viña, así fuera la viña de Dios; quisiera estar en la plaza rascándose la barriga y viendo cómo el sol recorre el cielo; una persona que lleva cuentas es una persona que no tiene amor.

Por eso nosotros somos invitados por esta palabra a revisar nuestro corazón: ¿por qué hacemos el bien que hacemos, y por que nos abstenemos del mal del que nos abstenemos? ¿Cuántas veces, digo yo ahora que veo a un grupo de personas confesándose-, cuántas veces he tenido la experiencia de ver que nosotros dejamos de hacer muchos males simplemente porque está mandado? Ya es algo, respetar el mandato de Dios es algo, pero si uno no tiene una convicción más profunda que eso, si uno no tiene un amor más grande que eso, uno simplemente llevará cuentas: "¿Cuántos años llevo siendo honrado?"

¿Y cuál es la consecuencia del que lleva cuentas? Una persona así va a hacer lo que hacíamos en mi casa todos nosotros cuando éramos niños chiquitos y que mi mamá nos corregía mucho: mirar el plato ajeno. Todo el que lleva cuentas está mirando qué sirven en los otros platos: "¿Y por qué a ese sí le va bien? ¿Y por qué ese gana más plata que yo? ¿Y por qué yo soy honrado y me va mal? ¿Y por qué el narcotraficante sí es feliz? ¿Y por qué la que es libertina esa sí goza? ¿Y por qué yo me tuve que ganar todos estos trabajos?" Y se convierte en juez implacable de sus hermanos.

Cristo nos invita hoy a encontrar la maravilla del denario; pero sobre todo, a encontrar la maravilla que es estar en su viña, estar con Él, compartir con Él y quedarnos con Él. El que esté pensando en una religión de compraventa, el que esté pensando comprarle la salvación a Dios, un día escuchará esta voz: "Toma tu denario y vete", ese será echado de la presencia de Dios.

En cambio, el que comprenda que todo en esta bendita religión, todo tiene su piso en la gracia, en el regalo, en el amor, y el amor no lleva cuentas; el que viva la gratuidad, el gozo y la alabanza del amor, ese no sólo tendrá el denario, sino tendrá al Señor que da todos los denarios, ese tendrá la certeza de una amor que nunca acaba.

Es la invitación para nosotros en este día.

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