Dios nos ama, pero el pecado
nos impide experimentar ese amor. El hombre solo no puede salvarse. La Buena
Noticia es que si el hombre era incapaz de llegar a Dios, Dios vino al hombre.
Si nosotros no teníamos las fuerzas necesarias para subir a El, El descendió a
nosotros. Cuando no había esperanza alguna de solución al problema más grave
del hombre, entonces brillo una luz en medio de las tinieblas: Dios cumplió su
promesa de salvación.
Por tanto, sí hay una solución
para todos y para cada uno: se llama Jesús, cuyo nombre significa: "Yahveh
salva". El no solo trae la salvación de Dios. El mismo es la salvación. Es
el médico y la medicina al mismo tiempo, es "Dios con nosotros"
salvándonos."Tanto amó Dios al mundo que le envió a su Hijo único; no para condenar al mundo, Sino para salvar al mundo: Jn 3,16-17.
Jesús vence a Satanás
Enemistad pondré entre ti y la
mujer; Entre tu linaje y el de ella. Uno de su linaje te aplastará la cabeza:
Gen 3,15.
Yo he vencido al mundo: Jn
16,33.
Jesús nos salva del pecado
Canceló la nota de cargo que había contra nosotros... Y la suprimió clavándola en la cruz: Col 2,13-14.
Jesús olvida el pecado:
Dios no solo perdonó nuestras
culpas y pecados, sino que las olvidó completamente.Tú te vuelves a compadecer de nosotros y pisoteas nuestras iniquidades. ¡Tú arrojas hasta el fondo del mar todos nuestros pecados!: Miq 7,19.
Cuando Dios voltea a vernos nos
ve perdonados por la Sangre preciosa de su Hijo amado; somos santos e
inmaculados en su presencia, ya que la Sangre de Cristo nos purificó de todo
pecado y nos ha llevado hasta la perfección Heb 10,14.
Jesús nos libera del pecado:
El pecado ya no tiene ningún
poder sobre nosotros ni estamos a su servicio, sino que por amor servimos a
Jesús, con quien ahora estamos desposados: 2Cor 11,2.
En Cristo Jesús fuimos hechos nuevas criaturas. Todo lo viejo paso, el hombre viejo murió y ahora somos completamente nuevos (2Cor 5, 17). Para ser libres nos libertó Cristo (Gal 5,1). Contamos ahora con la fuerza de Dios para vencer el pecado y este ya perdió todo su poder de influencia sobre nosotros.
Jesús Comunica Vida Divina: paz.
El Hijo de Dios, siendo de
condición divina, tomó una carne pecadora y habitó entre nosotros, haciéndose
semejante a nosotros en todo, menos en el pecado: Heb 4,15.
Jesús es "Emmanuel";
Dios con nosotros: Mt 1,23.
Y si Dios está con nosotros
¿Quién podrá estar contra nosotros? Nada ni nadie nos puede separar del amor de
Dios manifestado en Crista Jesús: Rom 8,31-39.
El no tenia pecado, pero, cargando
con todos nuestros pecados se hizo pecado: 2 Cor 5,21.
Con su resistencia pacífica,
murió toda violencia. Con la entrega de todo lo que tenia, murió el afán de las
riquezas y la ambición de poder. Con su impotencia, murió el deseo de dominio y
de poder terreno. Con la sumisión a su Padre, murió la independencia frente a
Dios. Con el abandono en las manos de su Padre, murió toda confianza y
seguridad terrenas. Con el perdón otorgado a sus verdugos, murieron odios,
rencores y resentimientos. Con su confianza, murió toda desesperación y
angustia. Con su entrega, murió todo egoísmo. En la cruz de Jesús, murió todo
lo que no nos dejaba vivir como hijos de Dios, y por su Sangre, fuimos
rescatados, lavados y purificados. El soporto el castigo que nos trae la paz; y
por sus heridas, fuimos liberados.
Por su resurrección
¿Donde está, oh muerte, tu
victoria?: 1Cor 15,55.
Al resucitar Jesús abrió todas las posibilidades para la humanidad. Si un muerto resucita entonces todo lo demás también es posible y sencillo: los ciegos ven, los paralíticos andan, los afligidos encuentran consuelo y esperanza. Se abre una puerta para el género humano, una luz brilla en medio de las tinieblas. Una Nueva Vida es posible. El gozo, la paz, la paciencia, la comprensión, la libertad, la justicia, y la armonía se pueden vivir en este mundo, porque Cristo ha resucitado. Si Dios resucito a Jesús de la muerte, entonces también puede librarnos a nosotros de todo lo que no nos deja vivir plenamente nuestra vida: injusticias, opresiones, colonialismos, dependencias, etc. Si a través de la encarnación de su Hijo, Dios vino a hacer morada entre los hombres, por la resurrección de Jesús un hombre esta ya con Dios. Se ha restablecido ya totalmente el puente de comunicaci6n entre Dios con los hombres y los hombres con Dios, gracias a la resurrección de Jesús. En Cristo no hay ya muerte. Todo es vida en el. Ha resucitado y está vivo, ofreciéndonos su vida de resucitado. No s6lo resucito, sino que nos ha resucitado, juntamente con el.
Conclusión
No hay otro nombre dado a los hombres por el cual podamos ser salvados: Hech 4,12.
El es el único capaz de quitar
el pecado del mundo y vencer a Satanás, suprimiendo lógicamente todas las
consecuencias del pecado. En su cruz dio su vida por nosotros. En su
resurrección dio su vida a nosotros. En su cruz murió nuestro pecado y en su
resurrección nos comunico vida abundante para que como el, vivamos como hijos
de Dios. Jesús no nos salva hoy. Jesús ya nos salvó desde hace dos mil años por
su muerte y resurrección. Nosotros, por nuestro pecado, éramos como un barco
que se hundía en medio del mar y solo había una barca salvavidas. Esa barca es
Jesús que cuando nos encontramos con el no solo salva nuestra vida sino que nos
da una vida totalmente nueva. No hay otro camino para ser salvados. El es la
única y real esperanza para el hombre y el mundo. Si Jesús no nos salva hoy es
porque ya nos salvo desde hace dos mil años por su muerte y resurrección,
ciertamente su salvación si es para hoy para cada uno de nosotros. El es el
mismo ayer, hoy y siempre, y tiene ganada la victoria sobre el pecado y todo el
mal de este mundo. Nosotros estábamos muertos a causa de nuestros delitos y
pecados en los cuales vivimos en otros tiempos según el proceder de este mundo,
Según el imperio de Satanás que actúa en los rebeldes en medio de las tendencias
de la carne y siguiendo los apetitos de la carne y de los malos deseos, Destinados
como todos ellos también al castigo. .. Pero, Dios, rico en misericordia, por
el grande amor con que nos amo, estando muertos a causa de nuestros delitos,
nos vivificó juntamente con Cristo —por gracia hemos sido salvados— y con el
nos resucitó
Y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús: Ef. 2, 1-6.
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