lunes, 17 de septiembre de 2012

Los pecados de un creyente de acción

Por Alberto Hurtado SJ tomado de www.sjmex.org

  • Creerse indispensable a Dios. No orar bastante. Perder el contacto con Dios.
  • Andar demasiado a prisa. Querer ir más ligero que Dios. Pactar aunque sea ligeramente con el mal para tener éxito.

  • No darse entero. Preferirse a la Iglesia. Estimarse en más que la obra que hay que realizar, o buscarse en la acción. Trabajar para sí mismo. Buscar su gloria. Enorgullecerse. Dejarse abatir por el fracaso. Aunque más no sea, nublarse ante las dificultades.
  • Emprender demasiado. Ceder a sus impulsos naturales, a sus prisas inconsideradas u orgullosas. Cesar de controlarse. Apartarse de sus principios.
  • Trabajar por hacer apologética y no por amor. Hacer del apostolado un negocio, aunque sea espiritual.
  • No esforzarse por tener una visión lo más amplia posible. No retroceder para ver el conjunto. No tener cuenta del contexto del problema.
  • Trabajar sin método. Improvisar por principio. No prevenir. No acabar. Racionalizar con exceso.
  • Ser titubeante, o ahogarse en los detalles. Querer siempre tener razón. Mandarlo todo. No ser disciplinado.
  • Evadirse de las tareas pequeñas. Sacrificar otro a mis planes. No respetar a los demás; no dejarles iniciativa; no darles responsabilidades. Ser duro para sus asociados y para sus jefes. Despreciar a los pequeños, a los humildes y a los menos dotados. No tener gratitud.
  • Ser sectario. No ser acogedor. No amar a sus enemigos.
  • Tomar a todo el que se me opone como si fuese un enemigo. No aceptar con gusto la contradicción. Ser demoledor por una crítica injusta o vana.
  • Estar habitualmente triste o de mal humor. Dejarse ahogar por las preocupaciones del dinero.
  • No dormir bastante, no comer lo suficiente. No guardar por imprudencia y sin razón valedera la plenitud de sus fuerzas y gracias físicas.
  • Dejarse tomar por compensaciones... sentimentales, pereza, ensueños. No cortar su vida con períodos de calma, sus días, sus semanas, sus años...
  • Querer el éxito a toda costa. Querer ir demasiado a prisa. Perder el contacto con Dios. Sacrificar los otros a mi juego. Convertirme en político, o en hombre de negocios, o en patrón.
  • Abandonar el estudio, abandonar la oración, perder la humildad, convertirme en un sectario, dejar de ser apóstol, perder mi capacidad de acogida bondadosa. Dejar de mirar las cosas de lejos, o la jerarquía de valores.
  • Desear el poder y el apoyo de los grandes. Desear los honores. Comprometer a la Iglesia. Dejarse maniobrar; pactar con la injusticia. Parecer interesado o ambicioso...

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