miércoles, 6 de febrero de 2013

Escenarios para evangelizar

Por Fray Nelson Medina. Tomado de su predicación en verano de 2009 en Madrid en la asamblea nacional de la Renovación Carismática.

1. Con tus superiores: el escenario vertical ascendente
Es la situación que se da cuando queremos evangelizar a nuestros jefes en el trabajo, a nuestros padres, a nuestros políticos...

La fórmula bíblica a usar en este caso es la de 1 Pedro 2, 18-25, consejos que se dan a una comunidad cristiana que vive bajo gobernantes paganos. "Sed sumisos", "soportad el sufrimiento", "Cristo no amenazaba cuando le maltrataban..." Los cristianos deben ser sumisos, mansos, ante el poder, no levantiscos. Hay una excepción a esta mansedumbre: "debemos obedecer a Dios antes que a los hombres".
Buena parte de la antigua teología de la liberación fracasó porque hablaba de insubordinarse, de tomar el poder. Pero los primeros cristianos no hacían células para derrocar al César, sino que vivían de tal forma que cambiaron la sociedad. Los esclavos convirtieron a las matronas romanas con su ejemplo, y ellas convirtieron al Imperio. Los cristianos tienen que participar en política, en la sociedad, pero no deben idolatrar el poder: la toma del poder no evangelizará el mundo. Ser un trabajador brillante y modélico sí puede evangelizar a tu jefe, a tus padres.

2. Con tus subordinados: el modelo vertical descendente
Es la situación que se da, por ejemplo, cuando un padre intenta transmitir la fe a sus hijos, o un profesor a sus alumnos, un catequista a sus chavales de comunión...
La fórmula bíblica adecuada es Efesios 6,1-9: "Padres, no exasperéis a los hijos; formadlos con instrucción; amos, tratad a vuestros esclavos sin amenazas, recordad que tenéis un Amo en el Cielo". "No exasperar" implica conocer los límites de nuestros subordinados, y no rebasarlos. "Instrucción" significa explicar los porqués, razonar las cosas, no limitarse a aplicar la autoridad. Esta formación a los subordinados implica también los sentimientos y los afectos, no solo lo intelectual. Y en esta situación siempre hay que reconocer que los corazones y el don de la Fe pertenecen a Dios: es Él quien evangeliza en realidad. Así que hay que ser paciente con nuestros hijos, alumnos, pupilos, etc... y sin forzarlos, darles oportunidades para que Dios actúe.

3. Con iguales que no escogimos: modelo horizontal forzoso
Es la situación que se da con nuestros vecinos, los hermanos de nuestra familia, los compañeros de clase y los de trabajo. No los hemos escogido, nos ha tocado compartir oficina, casa, vecindario con ellos. Son nuestros iguales y no tenemos ninguna autoridad sobre ellos.
La fórmula bíblica adecuada es el capítulo 27 de Hechos de los Apóstoles, en concretos los versículo 9-12 y 20-26. Es la experiencia de San Pablo como uno más a bordo de un barco que luego naufraga por no seguir sus consejos. Cada vez que Pablo se dirige al capitán del barco y la tripulación empieza diciendo: "amigos...". Les llama amigos y luego explica su testimonio, sus sentimientos y con un discurso positivo: "amigos, ánimo, yo tengo fe".
Como iguales, hemos de reconocer que "vamos en el mismo barco": el mismo país, la misma empresa, el mismo proyecto... Compartimos humanamente la amistad, la solidaridad. ¡Y participamos! Participamos en política, en la economía, nos sentimos vinculados a la sociedad, no nos retiramos a un gueto cristiano a esperar el fin de los tiempos. Pablo participa con la humildad de ser un pasajero más en el barco. Espera, espera, espera... y cuando llega el momento actúa. Ese momento puede ser una enfermedad, la muerte de un pariente, alguien que se hace preguntas profundas... ahí, la persona, nuestro igual, está dispuesta a escuchar a un igual, un amigo, un compañero. Esta es la ocasión de evangelizar. Así, Pablo no puede hacer gran cosa, excepto ser un pasajero más... hasta que naufragan. Y entonces están dispuestos a escuchar a Dios, y entonces actúa Pablo.

4. Con amigos que hemos escogido: modelo horizontal voluntario
Es la situación que se da con los amigos que escogimos, iguales que libremente nos hemos asociado por aficiones comunes que nos apasionan: el club de montañismo, o de lectura, o el club de fans de tal película o cantante, o los que jugamos a cartas, o vamos juntos al fútbol.
Igual que Jesús acompañaba a los caminantes de Emaús y les escuchaba cuando expresaban sus inquietudes, así los cristianos deben acompañar a sus amigos en mil clubes, asociaciones, grupos de amistad...
Consiste en acompañar y escuchar los dolores de los demás, cuando llegan. Es una forma muy eficaz de evangelizar y estar presente con los hombres. Los curas lo tienen más difícil, mientras que aquí los laicos, especialmente los jóvenes, que aún no tienen niños que atender, lo tienen mucho más fácil.
"Joven, te animo a apuntarte a muchos grupos y diversiones; siempre que sean sanas y sepas que no son un peligro para ti, apúntate, no te quedes solo en tu grupito cristiano", dijo Fray Nelson a los 250 jóvenes que se agrupaban en el centro del Auditorium de la Casa de Campo. "Jóvenes, allí hay mucha gente que no conoce a Jesús, y es casi seguro que tú eres lo único que tiene jesús para llegar a ellos".

5. Con desconocidos que no te buscaban: misión activa
Esta es la situación que se da en la evangelización puerta a puerta, en la evangelización callejera, etc... Ir repartiendo folletos, predicando a Jesucristo y su salvación, quizá con ayuda de mimos, música... Tratas con desconocidos que no han pedido recibir esta información.
Fray Nelson da solo tres recomendaciones.
1) Hay que anunciar a Jesús, no a tu movimiento. Si a esa persona no le gusta tu estilo particular, no hay que darla por perdida, sino ofrecerle otros estilos igualmente católicos. "Si no le gusta la batería y la pandereta, llévala a algo con órgano e incienso; da igual mientras se acerque a Cristo".
2) Hay que hablar de arrepentimiento y de perdón de los pecados. Jesús no vino "a que te sientas bien" sino a perdonar tus pecados. Si alguien dice "yo es que con mis aromaterapias siento lo mismo que tú con tus alabanzas a Dios; es la mima cosa", hay que decirle que no: que el pecado existe, hay que arrepentirse de Él y pedir a Cristo que te perdone y salve.
3) El anuncio de Cristo debe incluir su Cruz, y también su Resurrección, sin rebajas.

6. Con personas que buscan saber: misión pasiva
Se da muy pocas veces: cuando una persona se acerca y te pregunta: "explícame más de Jesús, de Dios, de la Iglesia". En Pentecostés se dio cuando después de predicar San Pedro la gente le preguntaba: "¿y ahora qué hemos de hacer?"
La respuesta es: conversión (cambio de vida), y bautismo (o pasar por el confesionario), y llenarse de Espíritu Santo. El cambio de vida implica cambiar hábitos, horarios, cosas concretas y reales... Como dice Alcohólicos Anónimos: "si nada cambia, nada cambia". Es decir, si sigues teniendo una botella bajo la cama, si sigues volviendo a casa pasando por la esquina del bar, seguirás bebiendo. Hay que cortar con los hábitos malos: tú busca la forma, que Dios dará la fuerza.

7. Encuentro fortuito
Es el caso que se da cuando compartimos un rato de conversación con el taxista, un viajero en el metro o el autobús, un rato esperando en una cola...
Consiste en aprovechar el tiempo de conversación, que se te vea la camisata cristiana, que le puedas invitar a algún acto, grupo, ocasión de encuentro con Dios, recomendarle tu web, tomar su correo o teléfono para invitarle, si quiere. Fray Nelson contó el caso de un americano llegado a Moscú para evangelizar. No sabía casi nada de ruso, así que al taxista, que sabía un poco de inglés, le preguntaba: "cómo se dice pecado", "cómo se dice Jesús", "cómo se dice Jesús te salva del pecado"... así evangelizó al taxista y adquirió vocabulario para evangelizar ya en el hotel.

Y, por supuesto, en los siete escenarios, oración.

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