domingo, 11 de mayo de 2008

Nadie puede decir "Jesús es Señor", si no es bajo la acción del Espíritu Santo.

Por Fray Nelson Medina

¿Qué es lo que quiere decir San Pablo, con eso de que nadie puede decir que Jesús es Señor? Pues muchas personas podemos decir: Jesús es Señor; son tres palabras en idioma castellano que se pueden decir. Alguien dirá: pero es que se trata de decirlas con sentido sobrenatural, se trata de decirlas en la fe. A mi se me ocurre que es más profundo todavía el problema.


El punto es ¿quién es este Jesús? El problema es ese. Si después de que a usted le han contado quién es Jesús, usted dice: Jesús es el Señor, el Espíritu ha hablado por su boca. Decir: Jesús es Señor sin saber qué significa ser señor ni saber qué es ser Jesús; eso no tiene gracia, es lo mismo que repetir palabras en un idioma desconocido.

Pero si a uno le han dicho que Jesús es lo que nos cuentan los Evangelios, y si uno le ha visto morir como murió, tan débil, tan frágil, tan tonto, tan cobarde, sin defenderse, sin odiar, sin amenazar, sin vengarse; si uno le ha visto morir así, solo amando y mirándolo así, sin quitarle los ojos de sus ojos, uno dice: Tú eres el Señor, eso son palabras mayores.

Mejor dicho, esas son las únicas palabras realmente importantes en esta tierra. Que podamos llamar “Señor” a alguien así; que podamos mirar esa sangre seca, cuarteada y fea, que podamos mirar ese rostro desfigurado y ese cuerpo roto, donde lo único que se lee es miseria y empezar a leer misericordia ahí y decir: Ese es el que manda en el universo; ah, eso no es ya tan sencillo.

Ya no es un asunto de palabras. Y decir que ese es el que me pone a mí, el que me gana a mí, el que orienta mi vida, decir que le voy a hacer caso al que murió así crucificado y me voy a unir a Él y entraré en Su amor y Él en el mío.

No nos digamos mentiras. Lo que ven nuestros ojos no da para decir: Jesús es el Señor, no nos engañemos. Por favor, no caigamos en una falsa piedad, en un falso espiritualismo. Por favor, no nos tratemos como si ya fuéramos cristianos; quizá en el fondo de nuestra alma no creemos totalmente que ese sea el Señor.

Quizá creemos y bueno, está bien, ese amor si es cierto pero uno de vez en cuando piensa que también uno tiene sus derechos... ¡DERECHOS!

El problema es que cuando te salen tus derechos y esos derechos se oponen a esto que aparece aquí en la cruz, entonces el Espíritu Santo anda bien lejos.

Y yo quiero recordar cómo es que le salen a uno sus derechos. A uno le salen sus derechos diciendo: “Bueno pero es que yo también soy humano”. Eso no te va a salvar. No te salvas por humano sino por cristiano.

Y seguimos justificándonos: además, -decimos- yo soy humano y Él, ah, pero es que Él es Dios y entonces Él si puede y yo no puedo. Él No solo es humano, es divino.

¿Cómo podríamos repetir ese argumento hoy en la celebración de Pentecostés? Hoy donde Dios se comunica al hombre a través del Espíritu Santo. Hoy es pues el día en que se le acaban a uno todas las disculpas.

Pero en el día de Pentecostés ¿qué vamos a decir? ¿No hay acaso Dios en noostros?, ¿no está Dios comunicado, regalado y ofrecido para nosotros? Entonces, ¿cuál es la disculpa?

¿No hemos dicho otras veces que precisamente lo que hace el Espíritu Santo es que en nuestra humanidad suceda todo lo que pasó en la humanidad de Cristo?

Y eso ¿por qué sucede? Por que Dios SE DA, SE DONA A NOSOTROS y si Dios se nos está donando, se nos acabó la disculpita de que “es que yo soy humano”. Cada vez que decimos “yo soy humano” significa que hay algo en nosotros en lo que Cristo no es el Señor. No hay disculpa alguna.

"Yo no soy ningún santo", esa es otra disculpa. Deberíamos decir con lágrimas esa frase. Si después de este dolor de la cruz, si después del amor de la resurrección, si después de la gloria de la pascua y después del día de Pentecostés no somos santos, estamos muy mal en la vida; de manera que esa tontería de decir: "yo no soy ningún santo", como creyendo que uno conquistó algún derecho, es como decir: "tengo derecho a portarme mal por que no soy ningún santo, tengo derecho a tener defectos por que no soy ningún santo".

O sea, es como si la santidad nos quitara nuestra porquería de derechos. Nuestra ruindad, nuestra pobreza de derechos, es como si la santidad nos fuera a quitar el “derecho” (entre comillas) el derecho a pecar, el derecho a ser un mediocre, eso es lo que pensamos nos va a quitar la santidad y por supuesto no queremos que nos lo quite. Entonces, por eso decimos, como tabla de salvación, (¡qué mundo al revés, hasta blasfemia será eso!): "No, yo no soy ninguna santa, no, yo ningún santo soy".

Deberíamos decir eso en voz baja y llorando y con la frente en el piso, por que significa, -te lo voy a traducir en lenguaje de Nuevo Testamento- significa: "La cruz de Cristo ha sido inútil para mí hasta ahora y yo no he podido creer en el Espíritu Santo, la Iglesia todavía no es mi cuerpo ni yo soy cuerpo de la Iglesia".

Reflexionemos, después de los apóstoles, después de los sacramentos, decir eso es una desgracia y es el mundo al revés e incluso una blasfemia que uno lo diga como alegando derechos.

Así es como podemos concluir que el problema de que Jesús es el Señor no es un problema solamente de palabritas sino de una vivencia real de la acción santificadora y amorosa del Espíritu Santo en nuestras vidas que nos transforma y convierte en verdaderos cristianos.

4 comentarios:

V dijo...

Perdone el que sea pedante...


y que no tenga mucha visualización en cuanto al post...


Pero yo como comunicólogo...me atreveré a preguntarlo...


Sin razón de amarrar cuestionamientos...

¿Que tan mal visto está ante la cristianeidad el decir palabras altisonantes?

Gilberto Palomares dijo...

Estimado, te invito a leer el capítulo 4 del libro escrito por San Pablo a los Efesios, el cual puedes encontrar en la Biblia, especialmente el versículo 29 que dice:
"No salga de su boca ni una mala palabra, sino palabras buenas que edifiquen cuando sea necesario y que hagan bien a los que las oigan"

Marcos Emiliano Mesa dijo...

Hola, soy Marcos Emiliano Mesa, queria pedir ayuda ya que cree un blog para llevar el mensaje de Dios como hacen ustedes, por el medio masivo de la internet, viendo que es un medio tan utilizado hay que sacarle provecho.
Me gustaria que me ayude a difundir la pagina asi comienza a dar frutos, desde ya muchas gracias y cualquier cosa que necesite aviceme que mientras pueda estare.
saludos
Atte. Marcos Emiliano Mesa

Gilberto Palomares dijo...

Gracias por dejar tu comentario Marcos Emiliano. Dime cual es la dirección de tu blog y con mucho gusto la analizamos y te ayudamos a promover el reino de Dios por este medio