viernes, 26 de febrero de 2010

El ayuno está de moda, menos entre los católicos

Fuente catholic.net
Autor: P. Alberto Ramirez Mozqueda

Un grupo de treinta campesinos iniciaron un ayuno voluntario ante la Secretaría correspondiente porque tienen 10 años solicitando la delimitación de tierras de cultivo… los vegetarianos se han declarado en huelga de hambre porque consideran que las corridas de toros es un espectáculo bárbaro, que hace sufrir tremendamente a los animales...los médicos le recomendaron treinta días de ayuno riguroso con el fin de extirpar el mal que pone en peligro su vida…estoy en un colegio de paga muy costoso y mis amigas se han puesto como meta pesarse cada semana y la que haya aumentado más gramos, le será aplicada la ley del hielo…
Un grupo de treinta campesinos iniciaron un ayuno voluntario ante la Secretaría correspondiente porque tienen 10 años solicitando la delimitación de tierras de cultivo… los vegetarianos se han declarado en huelga de hambre porque consideran que las corridas de toros es un espectáculo bárbaro, que hace sufrir tremendamente a los animales...los médicos le recomendaron treinta días de ayuno riguroso con el fin de extirpar el mal que pone en peligro su vida…estoy en un colegio de paga muy costoso y mis amigas se han puesto como meta pesarse cada semana y la que haya aumentado más gramos, le será aplicada la ley del hielo…me privaré de alimentos grasosos, porque pronto voy a casarme, y un kilo de más mermaría el placer que espero tener con mi mujer…cada día mueren niños de hambre en el mundo, no tienen nada que llevar a su boca…el agua que tienen que tomar, está plenamente contaminada y las autoridades no hacen nada por resolver el problema…la desnutrición ha llegado a ser un problema agudo porque nos niños de los indígenas no tienen los nutrientes necesarios y no aprovechan en los estudios…




Así podríamos ir multiplicando los ejemplos de ayuno que por diversas circunstancias hoy nos hace pensar que el ayuno es el pan de cada día, o mejor la carencia de pan de cada día, pero no por motivos religiosos, sino a veces por la pobreza que es el mal general de nuestro mundo, de nuestro cercano tercer mundo, mientras en el primero, las gentes ayunan y pagan por ayunar para estar a la moda que manda suprimir todo exceso de grasa y de peso en el cuerpo. Aquí no se habla de motivos religiosos, absolutamente. Por eso “nos cae de peso” la pregunta que las gentes hoy podrían formularle a Cristo: ¿Porqué los discípulos de Buda y de Mahoma ayunan y tus discípulos no? Que es el equivalente a la pregunta que sí le plantearon las gentes de su época: ¿Porqué los discípulos de Juan el Bautista y los discípulos de los fariseos ayunan y los tuyos no?”

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Cristo responde de una forma extraña. Les responde que siendo él el novio y estando presente todavía entre los suyos, no era justo que ayunaran, pues días vendrían en que él les fuera arrebatado y entonces sí ayunarían.



Con esto se esta refiriendo a varios profetas que hablaron de la relación de Dios con su pueblo como de la relación del novio con la novia, y en concreto con un banquete de bodas. Cristo mismo nos habla en esa línea, él mismo participa en una boda al principio de su vida pública y ahí toma el papel del novio cuando convierte el agua en vino, para proporcionar la alegría propia de un banquete de bodas y para sacar de un apuro inminente al novio que se había quedado sin poder atender a sus invitados.



Tenemos que recordar aquí aquella parábola de Jesús donde habla precisamente de un banquete de bodas preparado por el rey para su hijo, en donde se supone que Cristo es el esposo, ya presente en el mundo. Juan Bautista y los fariseos ayunaban porque estaban a la espera del Mesías, pero si éste ha llegado ya, el ayuno se queda sin el signo de una espera del que vendría, Cristo Jesús, en la plenitud de los tiempos. El acento ya no lo pondremos más en el ayuno, sino en la ALIANZA que Dios ha hecho con los hombres, a los que ha sido enviado el Hijo, el predilecto, el amad, que con su entrega y su fidelidad, abre definitivamente las puertas del cielo y de la alegría, y de la paz, y del perdón para todos los hombres.



Y la idea de Cristo es destacar que su seguimiento no será nunca más una serie de ayunos y de privaciones, especificados hasta el cansancio por normas meramente humanas, , sino que su seguimiento tiene que ser en la línea del seguimiento, de la alegría y de la paz, por tener entre nosotros al esposo, que ciertamente tuvo que sufrir su muerte en lo alto de la cruz, tuvo que ausentarse de los suyos, aunque fuera por un breve tiempo, para acompañarles desde entonces, logrando para cada uno de sus seguidores la paz, el perdón de los pecados, y definitivamente la salvación, el poder llegar al banquete eterno.



Esto se realiza plenamente en la Eucaristía, el encuentro más cercano de Dios con los suyos, que celebran como algo actual, la muerte y la resurrección de su Hijo Jesucristo, y los hacen presente ahora en el tiempo de la Iglesia, cada vez que la comunidad se reúne para celebrar los misterios de salvación.



Si quedan hoy algunos ayunos en la Iglesia, nos hacen pensar entonces en la necesidad de expiar nuestros pecados, de someter nuestra carne, nuestro cuerpo, a nuestra voluntad, y nuestra voluntad a la voluntad de Dios, y también para recordarnos aquellos días en que nuestro Salvador fue tomado de entre los suyos para conquistarnos nuestra propia resurrección. De hecho, entonces, los dos ayunos que la Iglesia nos pide tienen mucho que ver con la Pascua de Cristo Jesús: el miércoles de ceniza en que la Iglesia inicia el período pascual, con la cuaresma, y el viernes santo, ya en las inmediaciones de la Pascua del Señor. No se trata pues, del ayuno por el ayuno, sino una preparación y un unirse a Cristo en la privación, en el sufrimiento y en la cruz, para llegar a conquistar con él, la luz de la resurrección.

Hoy el ayuno, pues, esta mandado por la Iglesia y no podremos pasarnos disimulados, pero habría que entender que un ayuno hoy, el privarnos de alimento, no será sino un motivo para unirnos y ayudar a gente lejana o cercana a nosotros que constantemente viven con el estómago vacío. Qué vergüenza que hiciéramos ayuno en nuestra casa, en nuestro cuarto, como lo aconseja Cristo, pero mostrándonos insensibles ante esa gente que tú conoces y que sabes que la están pasando muy mal económicamente y no precisamente por su culpa: ahí está la señora que el marido dejó de la noche a la mañana con cinco hijos y que no se volvió a saber de él, o la familia que de pronto se quedan sin seguro, sin trabajo, y con un hijo enfermo que requiere pronta ayuda para no quedarse ciego, o la ancianita a quien los hijos convencieron de que les heredara su casa, y cuando se sintieron dueños la dejaron inmisericordemente en la calle.



La consideración final será preguntarnos, ¿Si los hombres ayunan por tantos motivos, políticos, laborales, sociales, estéticos e incluso por costosa moda, los cristianos escucharemos la voz de la Iglesia que nos invita cada cuaresma a participar en el ayuno prescrito y decidirnos a ayudar a los que están en verdadera necesidad?

me privaré de alimentos grasosos, porque pronto voy a casarme, y un kilo de más mermaría el placer que espero tener con mi mujer…cada día mueren niños de hambre en el mundo, no tienen nada que llevar a su boca…el agua que tienen que tomar, está plenamente contaminada y las autoridades no hacen nada por resolver el problema…la desnutrición ha llegado a ser un problema agudo porque nos niños de los indígenas no tienen los nutrientes necesarios y no aprovechan en los estudios…

Así podríamos ir multiplicando los ejemplos de ayuno que por diversas circunstancias hoy nos hace pensar que el ayuno es el pan de cada día, o mejor la carencia de pan de cada día, pero no por motivos religiosos, sino a veces por la pobreza que es el mal general de nuestro mundo, de nuestro cercano tercer mundo, mientras en el primero, las gentes ayunan y pagan por ayunar para estar a la moda que manda suprimir todo exceso de grasa y de peso en el cuerpo. Aquí no se habla de motivos religiosos, absolutamente. Por eso “nos cae de peso” la pregunta que las gentes hoy podrían formularle a Cristo: ¿Porqué los discípulos de Buda y de Mahoma ayunan y tus discípulos no? Que es el equivalente a la pregunta que sí le plantearon las gentes de su época: ¿Porqué los discípulos de Juan el Bautista y los discípulos de los fariseos ayunan y los tuyos no?”
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Cristo responde de una forma extraña. Les responde que siendo él el novio y estando presente todavía entre los suyos, no era justo que ayunaran, pues días vendrían en que él les fuera arrebatado y entonces sí ayunarían.

Con esto se esta refiriendo a varios profetas que hablaron de la relación de Dios con su pueblo como de la relación del novio con la novia, y en concreto con un banquete de bodas. Cristo mismo nos habla en esa línea, él mismo participa en una boda al principio de su vida pública y ahí toma el papel del novio cuando convierte el agua en vino, para proporcionar la alegría propia de un banquete de bodas y para sacar de un apuro inminente al novio que se había quedado sin poder atender a sus invitados.

Tenemos que recordar aquí aquella parábola de Jesús donde habla precisamente de un banquete de bodas preparado por el rey para su hijo, en donde se supone que Cristo es el esposo, ya presente en el mundo. Juan Bautista y los fariseos ayunaban porque estaban a la espera del Mesías, pero si éste ha llegado ya, el ayuno se queda sin el signo de una espera del que vendría, Cristo Jesús, en la plenitud de los tiempos. El acento ya no lo pondremos más en el ayuno, sino en la ALIANZA que Dios ha hecho con los hombres, a los que ha sido enviado el Hijo, el predilecto, el amad, que con su entrega y su fidelidad, abre definitivamente las puertas del cielo y de la alegría, y de la paz, y del perdón para todos los hombres.

Y la idea de Cristo es destacar que su seguimiento no será nunca más una serie de ayunos y de privaciones, especificados hasta el cansancio por normas meramente humanas, , sino que su seguimiento tiene que ser en la línea del seguimiento, de la alegría y de la paz, por tener entre nosotros al esposo, que ciertamente tuvo que sufrir su muerte en lo alto de la cruz, tuvo que ausentarse de los suyos, aunque fuera por un breve tiempo, para acompañarles desde entonces, logrando para cada uno de sus seguidores la paz, el perdón de los pecados, y definitivamente la salvación, el poder llegar al banquete eterno.

Esto se realiza plenamente en la Eucaristía, el encuentro más cercano de Dios con los suyos, que celebran como algo actual, la muerte y la resurrección de su Hijo Jesucristo, y los hacen presente ahora en el tiempo de la Iglesia, cada vez que la comunidad se reúne para celebrar los misterios de salvación.

Si quedan hoy algunos ayunos en la Iglesia, nos hacen pensar entonces en la necesidad de expiar nuestros pecados, de someter nuestra carne, nuestro cuerpo, a nuestra voluntad, y nuestra voluntad a la voluntad de Dios, y también para recordarnos aquellos días en que nuestro Salvador fue tomado de entre los suyos para conquistarnos nuestra propia resurrección. De hecho, entonces, los dos ayunos que la Iglesia nos pide tienen mucho que ver con la Pascua de Cristo Jesús: el miércoles de ceniza en que la Iglesia inicia el período pascual, con la cuaresma, y el viernes santo, ya en las inmediaciones de la Pascua del Señor. No se trata pues, del ayuno por el ayuno, sino una preparación y un unirse a Cristo en la privación, en el sufrimiento y en la cruz, para llegar a conquistar con él, la luz de la resurrección.
Hoy el ayuno, pues, esta mandado por la Iglesia y no podremos pasarnos disimulados, pero habría que entender que un ayuno hoy, el privarnos de alimento, no será sino un motivo para unirnos y ayudar a gente lejana o cercana a nosotros que constantemente viven con el estómago vacío. Qué vergüenza que hiciéramos ayuno en nuestra casa, en nuestro cuarto, como lo aconseja Cristo, pero mostrándonos insensibles ante esa gente que tú conoces y que sabes que la están pasando muy mal económicamente y no precisamente por su culpa: ahí está la señora que el marido dejó de la noche a la mañana con cinco hijos y que no se volvió a saber de él, o la familia que de pronto se quedan sin seguro, sin trabajo, y con un hijo enfermo que requiere pronta ayuda para no quedarse ciego, o la ancianita a quien los hijos convencieron de que les heredara su casa, y cuando se sintieron dueños la dejaron inmisericordemente en la calle.

La consideración final será preguntarnos, ¿Si los hombres ayunan por tantos motivos, políticos, laborales, sociales, estéticos e incluso por costosa moda, los cristianos escucharemos la voz de la Iglesia que nos invita cada cuaresma a participar en el ayuno prescrito y decidirnos a ayudar a los que están en verdadera necesidad?

1 comentario:

Anónimo dijo...

creo que el texto de cierta manera hace pensar a las personas sobre el ayuno.... pero creo que tienen que corregir el escrito puesto que segun a mi parecer tiene una mala redacción.