INTRODUCCIÓN
La prudencia es una
virtud. Aquella que dispone a la razón práctica para discernir en toda
circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para
realizarlo.
Dice el catecismo
de la Iglesia Católica que la prudencia no es timidez, temor, doblez o
disimulación. Es la virtud que
guía directamente el juicio de conciencia. De tal forma que el hombre prudente
decide y ordena su conducta según este juicio; y gracias a la prudencia
aplicamos sin error los principios morales a los casos particulares y superamos
las dudas sobre el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar.
Es la principal
entre las virtudes cardinales, por ello se le considera auriga de las virtudes,
porque las dirige y gobierna todas.