lunes, 24 de marzo de 2008

La verdad de Cristo resucitado

Por Fray Nelson Medina

Lo máximo y lo peor que se le puede hacer a una persona, es amenazarla; sobre todo amenazarla con quitarle la vida, encarcelarla, torturarla, matarla. Eso es lo peor que se puede hacer con una persona. Y después de que se ha muerto, o después de que la han matado, pues ya no se le puede hacer más.


Esa es la razón por la que nosotros celebramos la Pascua. Porque ya no se le puede hacer más a Cristo. Porque ya los enemigos de Cristo hicieron todo lo que podían hacer. Ya no le pueden hacer nada más, y ahora, resucitado, vivo y salido de entre los muertos, es libre, poderoso.

El problema está en que, ¿cómo puede uno convencerse de eso? ¿Cómo puede uno convencerse de que Jesús está vivo? No que está viva la memoria de Jesús, que nos acordamos de Jesús. Uno se acuerda de todo el mundo. Uno se acuerda de Mao Tse Tung, y se acuerda del Che Guevara, se acuerda de Simón Bolívar y se acuerda de José Martí. Uno se acuerda de George Washington, o se acuerda de O'Connell, o el que sea. Es fácil acordarse de las personas.

Pero cuando nosotros celebramos la Resurrección del Señor, no estamos celebrando que nos acordamos de Jesús: "¡Tan bueno que era!" Estamos celebrando, que a ese Jesús le hicieron todo lo que le podían hacer, hasta llevarlo a la muerte, hasta meterlo al sepulcro, hasta poner soldados que cuidaran la tumba. ¡Y se les ha escapado! Eso es lo que estamos celebrando.

Estamos celebrando, que podemos creer en Uno que es más grande que todo lo que le quisieron hacer, Uno que fue odiado y no odió, Uno que fue insultado y no insultó, Uno que después de toda esa violencia, se levanta, le dice a la gente y le dice a sus discípulos: "La paz sea con ustedes" (véase San Juan 20,19;20,21); Uno que fue muerto con tanto odio y que se despierta de la muerte, dando tanto amor; Uno que fue destruido con tanta violencia y que sale a predicar la paz.

Es lo que estamos predicando. Pero eso le cuesta mucho trabajo a nuestra mente. Lo que ya hemos encontrado en las lecturas de hoy y vamos a seguir encontrando en estos días próximos, es que se trata de algo difícil de creer.

¡Es muy difícil de creer! ¿Cómo podemos admitir, que sí está vivo? No que nos dejó un buen ejemplo. Buenos ejemplos deja todo el mundo, o muchas personas. Muchas personas han dejado buenos ejemplos, ideas que nos inspiran, obras maravillosas, libros bien escritos.

¿Cuál es la diferencia entre Jesús y el Che Guevara? ¿Cuál es la diferencia entre Jesús y Mao Tse Tung? ¿O Jesús y Albert Einstein? ¿O Jesús y Charles Chaplin? ¿Cuál es la diferencia?

¿Qué es lo nuevo que nosotros predicamos de Jesús? Lo nuevo que predicamos, es que no es nuestra memoria la que lo mantiene vivo a Él. Lo que predicamos, es que Él está vivo, que el mismo, que fue crucificado, no está en el sepulcro; ese ya no es su lugar. Como vimos en la vigilia anoche, cuando aquellas mujeres fueron a buscar al Señor, un Ángel les dice: "Ustedes buscan a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí" (véase San Mateo 28,5-6).

Eso cuesta mucho trabajo creerlo. Los mismos discípulos dudaron. Vamos a seguir oyendo en estos días, -ojalá tengan ocasión de asistir a la Santa Misa varias veces en esta semana-, las lecturas, que son especialmente jugosas, sustanciosas, alimenticias. Ojalá puedan asistir, pues ustedes se darán cuenta, que cada día va apareciendo como otro aspecto de este misterio tan grande de la Resurrección del Señor.

Mas si ustedes tienen trabajo en creerlo, no se sientan mal. La mayor parte de los discípulos les costó trabajo creer, y ellos recibieron incluso más, porque lo veían. Se les apareció allá en Galilea; les hablaba. Dice: "Se postraron, pero algunos todavía dudaban" (véase San Mateo 28,17).

Hasta cierto punto es normal que tengamos dificultades para aceptarlo, porque es algo que rebasa por completo nuestra mente. Nosotros no estamos diseñados, parece que no estuviéramos diseñados, -nuestra mente-, para poder aceptar una cosa tan grande, una noticia tan buena.

Porque si Jesús está resucitado, entonces quiere decir que vale la pena seguir el camino de Jesús. Mientras que si Jesús no está resucitado, son unos estúpidos todos los que tratan de ser buenos; son unos tontos. "Si Jesús no ha resucitado",-dice San Pablo- "vana es nuestra fe" (véase 1 Corintios 15,14;15,17).

En efecto, ¿quién fue Jesús? Según todos los testimonios y según dice la primera lectura de hoy, una persona que se dedicó a ser buena. ¿Y qué les pasa a los que se dedican a ser buenos? Que los maltratan, que se aprovechan de ellos y que los matan.

Si esas personas se mueren, se quedan muertas, y si ese es el final de la historia, es una gran tontería tratar de ser bueno. Y si es una tontería tratar de ser bueno, esta vida únicamente sirve para que uno sea rapaz, astuto, para que uno traicione a todo el que se deje, pisotee a todo el que se oponga, y logre uno sus objetivos como quiera.

Por eso la Resurrección de Jesús es el centro de nuestra fe. Si Jesús no resucitó, es una tontería tratar de ser buenos. Hay mucha gente que no cree, que Cristo haya resucitado, y como consecuencia, pues sacan la única conclusión lógica: "Si Cristo no ha resucitado, yo tengo que dedicarme a disfrutar esta vida", -como dicen en España y me encanta-,"a tope. ¡A gozar la vida a tope! Y el que se me oponga, lo derribo, lo aplasto, lo ignoro, me burlo".

"Si Cristo no ha resucitado, si no vale la pena ser bueno, ¿para qué sirve la honradez? ¿Para qué sirve la sinceridad? ¿Para qué intentar ser puros? ¿Para qué intentar ser humildes o generosos?"

"¡Nada! Si Cristo no ha resucitado, lo único importante en esta vida está aquí: se llama un codo y el otro codo; a codazos me voy a abrir paso por la tierra, y el que se me oponga, lo mato. Entonces, el día que ya esté muy débil, me pego un tiro, me suicido, me tomo unas pastillas".

"Si Cristo no ha resucitado, no vale la pena intentar ser buenos. Porque finalmente va a haber algún imperio que se aproveche de mis fuerzas, talentos o recursos, y haga negocio conmigo. Pues antes de que hagan negocio conmigo, me mato". Por eso tanto suicidio.

Pero resulta que desde el primer día de esta noticia tan grande, -que es lo que nos cuenta el evangelio de hoy-, hubo gente que creyó. El primero que aparece aquí creyendo, -"Vio y creyó" (véase San Juan 20,8)-, es el discípulo amado, uno de los discípulos.

"Vio y creyó" (véase San Juan 20,8). Él pudo entender que efectivamente, había una lógica. Es una lógica que es mayor que la lógica humana, pero hay una lógica en que Cristo haya resucitado.

Pero claro, como el demonio es el enemigo que trata de mantenernos lejos de estas verdades fundamentales, entonces inmediatamente viene la confusión: "¡Ah! Que Él no murió en realidad. ¡Sí! ¡Sí! Eso lo maltrataron mucho en la Cruz, pero lo pusieron ahí en el sepulcro, mas no estaba muerto en realidad. Entonces se escapó Él".

Otros dicen: "¡No! Lo que pasó fue que sus discípulos se robaron el cuerpo". Y otros dicen: "¡Hombre! Ese no era un verdadero ser humano. Era una especie de ser entre el Cielo y la tierra. Era una especie de ser aéreo, que parecía humano. Haga de cuenta como un Ángel que tomara una fuerza humana, una forma humana. Él, ahí sí, en la Cruz, hacía caras y todo, pero Ése no era un ser humano. Entonces claro, cuando ya terminó toda esa pantomima, Él salió corriendo".

Hace poco apareció esta cuestión del llamado evangelio de Judas, otro ataque contra la Cruz. "¡Hombre! Eso ahí no hubo traición. Eso fue un arreglo que hicieron. Ahí se pusieron de acuerdo Judas y Jesús: "Bueno, y ahora, como si fuera una obra de teatro, tú haces como que me traicionas, y yo hago como que me muero"."

Pero Jesús en realidad, según esa versión, únicamente estaría pensando en liberarse de su cuerpo temporal para ir allá, porque esa es una teoría que tienen los llamados gnósticos. De muchas maneras el poder de las tinieblas trata de que nosotros no admitamos lo esencial.

Y lo esencial, ¿qué es? Que Éste es verdadero Hombre como nosotros, que ha sufrido de una manera espantosa, que ha muerto verdaderamente, que ha resucitado verdaderamente, y que precisamente en su Resurrección, nosotros descubrimos que ese es el camino, que esa es la vida que vale la pena; así al principio no parezca. Así a primera vista no lo parezca, seguir a Jesús es la mejor opción, es la opción real y radical.

¿Todavía le sigue costando trabajo a usted creer en la Resurrección de Cristo? Tenga paciencia. Es posible que llegue un día a creerlo plenamente. Ese será el día más grande de su vida. Hay muchas personas que se han encontrado con la verdad del Señor Resucitado, que se han encontrado con que Él está vivo, con que Él no sólo está vivo, sino que da vida. ¡Es maravilloso!

Es maravilloso sentir la vida de Jesús llegando a nosotros. Y el problema grave, -el problema no, la grandeza, más bien, de los que llegan a creer estas cosas-, es que a ésos no los para nadie. No los para nadie, porque cuando una persona está convencida de la Resurrección de Jesús, ¿qué se le puede hacer?

Pues se le encierra en una cárcel, como encerraron a Jesús. Se le tortura, como torturaron a Jesús. Pero si una persona realmente tiene esta fe en el Cristo Resucitado, ni siquiera matándola se le puede detener.

En esa época, la institución humana más poderosa que había, era el Imperio Romano. Y el Imperio Romano se fue dando cuenta, que a estos cristianos no se les podía dominar tan fácilmente.

Porque cuando se les mandaban algunas cosas, ellos decían. "-Pues yo no voy a hacer eso". Entonces les respondían: "-Pues te torturo". Y ellos decían: "-Me torturarás, pero yo no voy a adorar ídolos". "-Pero te mato". "-Entonces me matarás, pero no voy a adorar ídolos. Sólo hay un Dios, el Padre de Nuestro Señor Jesucristo".

Así murió mucha gente, incluso niños y adolescentes, ancianos, hombres, mujeres; muchos murieron. Sobre todo, los mártires nos muestran el poder de la Resurrección de Cristo.

Cuando una persona está convencida de cuál es el verdadero destino de la bondad, ¿qué es lo que pasa cuando uno le apuesta al bien? A uno no lo para nadie. A uno no lo para depresión alguna, ni enojo alguno, ni persecución alguna. Como decía San Pablo: "Me pueden encarcelar a mí, pero no pueden encarcelar mi mensaje. La Palabra de Dios ya no está encadenada" (véase 2 Timoteo 2,9).

Hermanos, yo les deseo una Pascua muy feliz. Les deseo que ustedes puedan tener la experiencia maravillosa de la vida de Jesús en sus corazones, que ustedes puedan sentir lo que es tener esa razón para vivir, y que ustedes puedan gozar de esa experiencia con tanta fuerza, que la gente tenga que preguntarse: "¿Y a éste cómo lo detenemos?" La única respuesta es: "No hay manera de detenerlo. Muchos lo han intentado".

No puedo terminar sin dar un par de ejemplos. Un gran científico francés, un poco pedante, Augusto Comte, decía a mediados del siglo diecinueve, que con el avance de la ciencia, ya se iba a acabar la fe, sobre todo el cristianismo. Él manifestaba: "Antes de no sé qué fecha", -y dio la fecha, digamos 1860-, "yo estaré predicando el positivismo", -es decir, la ciencia como único conocimiento válido-, "estaré predicando el positivismo en la Catedral de Notre Dame", allá en Paris.

Bueno, creo que si no les hablo yo de Augusto Comte, -muchos de ustedes tal vez no lo sabían-, hubieran podido vivir muy bien sin él. Vivió Augusto Comte, se murió, lo enterraron, se pudrió en la tumba, y aquí estamos.

Luego vino el comunismo, Lenin, Stalin y toda esa gente: "Vamos a predicar el ateísmo". Prohibieron todo, quitaron el nombre de Dios, encarcelaron sacerdotes y hablaron todo lo mal que se pudo de la Iglesia, a veces sobre bases ciertas, porque la Iglesia ha cometido errores. Calumniaron, criticaron, oprimieron, mandaron a campos de concentración, y "hay que acabar, acabar y acabar con la fe".

Poco a poco, día por día, el comunismo va quedando para los libros de historia. A ver, ¿dónde está la gente que se haga matar por las ideas de Lenin? ¿Dónde está la gente que se haga matar por las ideas de Stalin? Entonces fíjate, cómo van pasando los poderes de este mundo. Toda la gente que se endiosa, va pasando.

Jesús sigue, porque está vivo. Yo por eso les recomiendo vivamente, que ustedes pidan y reciban una fe intensa, una fe fuerte, alegre, vigorosa en Jesús. Porque eso sí dura.

Los políticos de moda, los cantantes de moda, los científicos de moda, los filósofos de moda, todo eso pasa. ¡Todo eso pasa! Hoy, si tú te fueras aquí a DCU o a UCD, y te vas a predicar: "Vengo a contarles el positivismo", los mismos científicos se te ríen en la cara: "¡Qué mensaje tan trasnochado! Eso ya pasó hace tiempo". ¡Oiga! Y hubo gente, que creyó que podía negar a Dios y negar a Cristo por esas ideas. ¡Qué mal negocio hicieron!

Yo te invito a que hagas el negocio de tu vida. No le apuestes a una moda que pasa. No le apuestes a un cantante que pasa ni a un científico que pasa. Las teorías de la ciencia pasan.

Yo mismo, durante un tiempo en mi vida, estuve dedicado fervorosísimamente a la física y a llegar hasta el límite mismo del conocimiento en la física. Pero bien pronto me di cuenta : ese límite es el límite hoy; dentro de un año habrá quedado atrás; también pasa.

Todo eso va quedando atrás. Hoy te invito a que le apuestes al que no pasa, a Ése que permanece, a Ése que vive y reina por los siglos, Jesucristo, Señor Nuestro.

Amén.

Obtenido de http://fraynelson.com/wiki/index.php?title=Pasc009a

No hay comentarios: